Por supuesto dirán que la moneda está en al aire, que el PREP ha sido declarado inválido. Lo cierto es que con o sin errores, ningún PREP tiene validez legal a la hora de otorgar una constancia de mayoría. Lo que cuenta son las actas. En ese sentido Castro Trenti no tiene que impugnar nada. No se puede buscar invalidar una elección por algo que es un simple conteo rápido que aunque no hubiera tenido fallas técnicas, no va a ser tomado en cuenta a la hora de declarar un ganador.

El árbitro es el que sigue generando muchas más dudas que certezas. No basta con que Rubén Castro Bojórquez diga que está muy molesto con la empresa Proisi por su mal trabajo y sus fallas. La empresa en cuestión no cobró barato y Castro Bojórquez, por cierto, no le pagó con dinero de su bolsa. ¿Por qué se seleccionó a esa empresa, si se sabía que contaba con malos antecedentes? ¿Se le habría cuestionado y puesto en duda si las tendencias del PREP hubieran favorecido al PRI y no al PAN? Si hubo negligencia entonces que se recupere el dinero, que no es del Instituto Electoral, sino de todos nosotros. Lo cierto es que los arbitrajes electorales bajacalifornianos, al igual que los arbitrajes de Concacaf en futbol, siempre dan la impresión de ser parciales y deficientes. Los bajacalifornianos no merecemos árbitros electorales de tan bajo nivel.

Castro Trenti se va a inconformar y como dijimos hace una semana en la columna Red Confidencial: los priistas se pusieron el huarache antes de espinarse. No es descartable que su equipo jurídico tenga la impugnación ya redactada, algo que sería la peor manera de coronar un proceso electoral que será recordado por el juego sucio y no por sus grandes propuestas.

Sería un desgaste muy grande para los bajacalifornianos si la elección se resuelve en los escritorios de los magistrados federales. Ojalá no sea el caso.

Visto el tamaño de la hecatombe, creo que la gran nota nacional no es el triunfo de Kiko Vega, sino la derrota de Castro Trenti. La elección la perdió el Diablo y la perdió por el fuego amigo, más que por la fuerza de Kiko, que tampoco es nada del otro mundo. Claro, es cierto que el rival también cuenta, aunque en este caso no fue determinante. La virtud de Kiko Vega y sus operadores fue tener muy claro el tipo de campaña que necesitaban hacer. Siempre tuvieron claro que Kiko no es el mejor candidato, pero sí el candidato idóneo para este tipo de elección. Los operadores panistas reconocieron las múltiples deficiencias de su abanderado y optaron por evitarle los escenarios en donde aflorarían sus defectos, como los debates o los foros públicos con líderes de opinión. En cambio aprovecharon al máximo sus limitadas virtudes, favoreciendo el contacto directo con la gente. Castro Trenti tiró la casa por la ventana para conquistar la opinión pública. Kiko se concentró en ganar la calle. A veces me parecía que los kikistas estaban haciendo una campaña suicida ignorando por completo a los círculos rojos, a la opinión pública y a la prensa, pero al final parece que les salió su arriesgada apuesta. Un hombre que no es brillante y que hace un año y medio era un cadáver político, va a ser el próximo gobernador de Baja California. Los astros tienen extrañas alineaciones y en los ríos revueltos hay ganadores impensables.

No dudo que Fernando quiera impugnar y si al final reconoce la derrota no será por civilidad política, sino porque posiblemente reciba una llamada de Los Pinos exhortándolo a aceptar la sopita de agua y ajo. A la imagen internacional de priismo renovado, democrático y tolerante que quiere vender Enrique Peña Nieto no le conviene mucho que digamos un escenario polarizado de impugnación y movilizaciones ciudadanas y no me imagino a Castro Trenti declarándose en rebeldía e inconformándose sin la venia del primer priista de México. Acaso su disciplina la asegure el futuro en la gran ubre federal. Castro Trenti no sabe vivir fuera del presupuesto y dado que no existen las gubernaturas plurinominales, debe ir pensando en un plan B para su existencia. DSB