Tijuana

¡Quién no conoce La Bufadora!

Ante las amenazas de calamidades

¡Quién no conoce La Bufadora!, ese atractivo natural tan visitado del municipio de Ensenada, y, tal vez, el más famoso de los que posee Baja California.

Los turistas propios y del resto del mundo han hecho de ese sitio un destino obligado en la ruta del Pacífico, y por ello las autoridades mexicanas han aplicado esfuerzos y recursos para hermosear y equipar el área, de modo que la travesía resulte más agradable y más apetecible para los viajeros que arriban al Puerto.

Los visitantes de La Bufadora, han visto allí andadores que entre jardineras conducen hasta un mirador, desde el cual sin riesgos se disfruta y admira la repetición enérgica e incesante del resonante fenómeno natural, que obsequia con suave brisa a los espectadores.

Hay también un edificio que se remodeló para servir como área de exposiciones, al que le precede un centro comercial donde se expende gran variedad de recuerdos y objetos artesanales.

Extraña suerte la de Ensenada, que así como recibió abundantes prodigios de la naturaleza, igual su destino le impone incesantes calamidades.

En noviembre de 2011, un grupo de ejidatarios se apoderó por la fuerza del edificio de exposiciones, alegando un derecho que pretende sacar de una resolución presidencial de dotación agraria.

Su propósito de esos despojadores es apropiarse de toda el área de La Bufadora, para disfrutar del lucro que su manejo como empresa privada le puede dejar.

Al momento, con ostensible improbidad, engañando a los jueces federales, ese grupo de ejidatarios ya obtuvo sentencia de amparo por la que logrará que se le entregue el centro comercial con sus 98 locales comerciales, según lo comenté en mi artículo intitulado "¡Ay, Ensenada, pobre de ti!". Pero después, el ejido no pudo lograr de parte de los mismos jueces federales una declaración que le sirviera para adueñarse "legalmente" del área de zona federal marítimo terrestre en la que se encuentra el mirador, sus andadores y el edificio de exposiciones.

El despojo del edificio fue denunciado ante el Ministerio Público, y ante esa autoridad los ejidatarios, se defendieron diciendo algo así como que el edificio de exposiciones es obra suya y que fue construido en los terrenos de su dotación, y hasta presentaron testigos que declararon apoyando esa mentira.

Una gran cantidad de documentos oficiales, hoy en poder del Ministerio Público, demuestran que la remodelación del edificio se llevó a cabo en el año de 1995, a partir de licitaciones gubernamentales, y con la aplicación de recursos del Estado, que se fiscalizaron en términos de la ley aplicable, aunado a lo cual un deslinde catastral confirma que esa instalación se ubica en un área de zona federal marítimo terrestre concesionada, ajena a la dotación del ejido.

Como dicen: Para muestra basta un botón.

El botón es el oficio 205 de 5 de abril de 1995, de la Secretaría de Planeación y Presupuesto de Baja California, que le aprobó a la Secretaría de Turismo del Estado, ejercer en el año 1995, el programa denominado Fomento a La Inversión Turística, con la obra "Aportación para los trabajos de Dignificación de La Bufadora", con el Código Programático 113-56-212-569, en el municipio de Ensenada, por un monto de Un Millón de Nuevos Pesos, y estableció que para el ejercicio de los recursos debía apegarse a la normatividad vigente, y comprobar los recursos con el recibo correspondiente, a más tardar el 30 de junio de aquel año.

Pero los ejidatarios y sus testigos dijeron que esas obras son suyas, y cuando eso hicieron, no sólo trataron de librarse de la persecución penal que bien merecen, sino que lo plantearon como un medio para conservar en su poder y en su ilegítima posesión el edificio de centro de exposiciones, a consecuencia del no ejercicio de la acción penal, que ellos ansían.

Así, con engaños y con el despliegue de conductas antisociales, casi siempre impunes, los ejidatarios han escrito la historia de su organización, que se ha convertido en algo parecido a una calamidad que aflige a Ensenada, y que a menudo le arrebata su fortuna.

Quizá la primera de esas mentiras fue la que plasmaron en su solicitud de dotación de junio de 1968, cuando al pedir tierras dijeron que el lugar más densamente poblado del ejido era el "poblado" El Otate, que entonces era un lugar despoblado, como lo sigue siendo hoy, pero que convenía señalarlo como una población –aunque como tal no existiera- para trazar el radio de afectación de la tierra que pedían.

El poblado al que impusieron el nombre del ejido "Coronel Esteban Cantú", lo hicieron muchos años después, cuando en agosto de 1987 invadieron terrenos de particulares, aledaños a la carretera Maneadero-La Bufadora, a partir del kilómetro 7, aproximadamente, los cuales en el acto fraccionaron en lotes sin cumplir requisitos legales, y de inmediato vendieron a terceros, a los cuales no pueden titularles por carecer del derecho de propiedad.

Lo anterior es tan cierto, que para remediar esa imposibilidad, el Presidente Ernesto Zedillo decretó expropiación de la tierra de tal poblado, con el fin de que fuese regularizada por CORET, que entregaría a los poseedores –clientes todos del ejido- títulos de regularización.

La expropiación, no alcanzó su propósito, porque el acuerdo de expropiación y el mandato de regularización no se cumplieron.

Pero, ¿qué necesidad había de la expropiación?

Si el ejido era el dueño del predio que fraccionó en cientos de lotes que vendió a particulares, entonces estaba en posibilidad y tenía la obligación de otorgarle a sus clientes títulos formales de propiedad.

¿Por qué pagarle al ejido indemnización por la tierra cuyo precio de venta ya había cobrado?

Juegos de ganar, ganar.

Por eso está claro que el destino aflige a Ensenada con incesantes calamidades, como estos actos del grupo ejidal que arrebatan a la comunidad ensenadense fortuna y tranquilidad.

Juan Manuel Salazar Pimentel

juanmsalazarp@gmail.com

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