México

Ellos somos nosotros: los hermanos de Palestina

Causas o consecuencias

Palestina es algo que nos parece muy lejano. Nombres impronunciables. Fotografías que no nos refieren a nada de lo que vemos cotidianamente. Imágenes de niños muertos y padres llorando a sus hijos. Nubes de humo volando sobre las ciudades. Dolor. Mucho dolor.

Envueltos en nuestra rutina, de este lado del Mundo estamos preocupados por la sobrevivencia de un día tras otro. De repente, una ojeada al periódico o a los noticieros. Y solo ahí nos encontramos con lo que sucede a miles de kilómetros de distancia.

Con esta perspectiva, pensamos que lo que sucede al pueblo palestino poco tiene que ver con nosotros. Así no lo han hecho creer: que se trata de una controversia religiosa ancestral donde poco o nada tienen que ver los intereses mundanos.

No es verdad. De lo que estamos siendo testigos hoy día, cuando matan a niños, a mujeres, a civiles, sin ningún empacho, haciendo gala de la violencia, es del fin de la contención a la barbarie, el rompimiento de los esquemas de lo que es válido o no en esta sociedad.

Cuando nos asombrábamos con las terribles atrocidades cometidas durante guerras pasadas, vemos con mayor asombro que en días pasados esto ha sido superado.

Lo más grave es que las voces de la comunidad internacional callan o, si acaso, se manifiestan con tibieza por tal barbaridad.

La economía de mercado nos ha vuelto cómplices a todos: los gobiernos cuidan a sus socios o buscan no incomodar a aquellos poderosos socios vinculados al sionismo que se encuentran entretejiendo y moviendo la economía del mundo.

Nos pensamos a salvo porque en este momento la víctima "nos es ajena" y se encuentra "muy lejos". Pero les tengo una noticia: para ellos no hay fronteras. Una vez rotos los límites de lo humanamente permitido, pueden aplicar la misma estrategia bélica donde se encuentren en peligro sus intereses.

En pleno siglo XXI, ver las imágenes de niños heridos y muertos por las armas más sofisticadas producto de la mente humana, genera una tremenda tristeza. ¿Dónde se encuentran los líderes políticos que cuando tienen oportunidad hablan a favor de ellos? ¿Dónde se encuentran las grandes compañías que lucran con sus necesidades y que nos venden escenas de eterna felicidad?

Sí, es innegable que han surgido discursos pidiendo paz. Que otros más osados han llamado a un urgente cese al fuego. Que los extremistas hasta se han atrevido a lanzar una condena. Pero nada, absolutamente nada, impide a quienes atacan seguir con su masacre.

Hoy sabemos que nada, ni nada les detendrá. El mensaje es para todo el mundo. Estamos advertidos, pero nosotros también podemos hacerles saber que no estamos de acuerdo con sus intereses, que no estamos de acuerdo con sus métodos inhumanos de exterminio, que estamos dispuestos a enfrentarlos a través de algo que puede corroer las entrañas de ese monstruo totalitario: podemos demostrarles que estamos dispuestos a no consumir ni comprar todo aquello vinculado a empresas sionistas.

Recordemos: ellos somos nosotros y el día de mañana podríamos estar en su lugar. Es el momento de despertar a la conciencia de la hermandad. Solo así podremos tener la dignidad de seguirnos llamando seres humanos.

Ante lo que se está presentando hoy no hay palabras que alcancen a describir el dolor, la desesperación, el miedo que están pasando los habitantes de la Franja de Gaza.

Lo que pasa ahí es prueba de nuestra mala memoria como Humanidad. Parece que ya olvidamos que en la década de los 30 o 40 tampoco había palabras que alcanzaran a describir el dolor que se vivía en los campos de concentración, donde vivían los antepasados de quienes ahora causan una enorme herida al pueblo palestino.

mendez_elvia@yahoo.com.mx

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