Conocer la ciudad. Comunicarla. Explicarla. Este es el propósito de esta columna la cual hablará de Tijuana desde lo histórico y sociocultural, aunque será inevitable girar al plano de lo político, ya que es necesario, siempre, discutir críticamente el acontecer de la localidad en su dimensión fronteriza, regional, nacional y binacional.
Así, la labor es compleja por las características mismas de lo que pretende problematizar.
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Título esta columna introductoria de la forma en que han podido leer pues considero que la ciudad no posee un solo discurso, sino una gama amplia, compleja e interesante sin embargo desarticulada, cual caso de las ciudades-estado de la antigua Hélade: ésta, su locus de enunciación, pero cada componente de la misma, autónomo y propio frente los otros. Así Tijuana.

​Esta desarticulación, esta ciudad múltiple, es el gran atractivo que en sí misma contiene. Ese no-discurso que permite hablar de un caso de posmodernidad: García Canclini la tachó de laboratorio. Elemento fundamental para poder decirlo todo, pero ¿qué es todo en Tijuana? ¿Cuáles son sus matices, sus realidades? ¿Son posibles puntos intermedios en esta ciudad, al hablar sobre ella? ¿Qué utilidad tiene el reconocernos bajo una constante? ¿Es mejor bajo una variable?

Así, hablaré de la ciudad desde múltiples ópticas, pero con un fin en particular: reconocernos en esa multiplicidad que nos caracteriza. El decir Tijuana: un no-discurso es referirse a la peculiaridad de que transitamos directamente a la posmodernidad: Tijuana es una ciudad líquida, moldeable, con solidez (institucional) sólo si esta le es inducida.

El Doctor en Historia Josué Beltrán es una de las personas que más conoce y entiende nuestra ciudad. Hoy comienza una columna semanal en SD Red sobre lo que significa vivir en TJ.