El origen del disfraz en Halloween

Los disfraces de Halloween son una costumbre que viene desde que los pueblos celtas los usaban en Samhain

Halloween es una fiesta ancestral que tiene raíces celtas y que llegó a América con los primeros colonos que arribaron a esta parte del mundo transformada en una celebración pagana con elementos católicos.
El Halloween en el presente es la oportunidad para celebrar el lado oscuro de la vida: los fanáticos de lo aterrador ven maratones de cintas de terror, los amigos se juntan para contar relatos sobrenaturales y quienes quieren música y diversión organizan fiestas de disfraces para sentir que están en contacto con el mundo de los muertos y lo paranormal.

Eso nos hace preguntarnos de dónde viene el origen de los disfraces de Halloween.
Recordemos que en el Samhain, se tenía la creencia de que los muertos venían a este lado de la realidad para visitar a sus familiares. Por ello, algunos vivos temían que los muertos a los que habían hecho daño pudieran vengarse de ellos por alguna afrenta recibida, así que se colocaban máscaras y disfraces para confundir a los muertos y que nos los reconocieran. De es amanera el muerto no podría hacerles daño.

Por lo general, los disfraces imitaban la apariencia de un demonio, monstruo o algún ser sobrenatural para que los muertos creyeran que el vivo era algún espíritu que también venía del más allá. Según el American Folklife Center, también algunas personas lo hacían como una especie de arma que ahuyentaría a estos espíritus para evitar ser poseídos por ellos. También se habla que algunos habitantes de los pueblos celtas, a modo de tributo a sus muertos, se vestían o caracterizaban como ellos.

Durante estas celebraciones había personas que maquillaban sus rostros de negro o incluso asistían a los ritos como si estuvieran embalsamados. Otros optaban por portar máscaras que se fabricaban con las cabezas y las pieles de animales. Una de las costumbres más extrañas era la de intercambiar roles de género: los hombres se vestían como mujeres y viceversa.

Sin duda, Samhain era una fiesta colorida, extraña y perturbadora en varios sentidos. Estaba rodeada de misterios, oscuridad y una presencia de los siniestro. Sin duda, los disfraces y la apariencia de sus participantes contribuían en gran medida a que la celebración fuera vista como la unión entre algo sagrado y aterrador. En el presente todos esos ingredientes han sido retomados para que las personas transformen su apariencia cotidiana en otra mucho más oscura. A veces retorcida.

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