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El coleccionista de monstruos

Tiene más de mil 500 piezas del cine mundial cuyo valor calcula alcanza los seis dígitos

Tijuana.- Del miedo a lo desconocido, encarnado por monstruos de antología que llevan colmillos y miradas penetrantes, a la realidad extrema de asesinos en serie que sirven como metáforas de la violencia del mundo moderno.

Así sintetizó el coleccionista de objetos del cine de horror y doctor en medicina Juan José Camacho Romo las sensaciones de las diferentes generaciones de espectadores de este género cinematográfico.

"El miedo es un sentimiento más o menos vivo de inseguridad frente a un peligro imaginario o real…Existe un miedo que produce inhibición y otro que produce reacción, uno que hace palidecer y otro, mucho más raro, que congestiona", aseguró.

Principalmente el cine ha jugado con esta definición hasta nuestros días, agregó. En los años treinta el temor era a lo desconocido, sin embargo viene la Segunda Guerra Mundial y la gente se da cuenta de que hay cosas más horribles, monstruos reales como Hitler, incluso más malignos que la creación del doctor Frankenstein.

Después sucede la etapa de la guerra fría y el carnavalesco contexto social de la guerra de Vietnam. El filósofo existencialista Jean Paul Sartre resumiría con una frase aquella época: "El infierno son los otros".

Como una respuesta a esos tiempos, el cine de horror exhibe una serie de filmes de insectos gigantes y asesinos seriales que responden también a la serie de reacciones de pruebas atómicas que hacían Estados Unidos y la antigua URSS, explicó Camacho.

Pero también en los cincuentas, señala, comienza el tecnicolor y con ello las nuevas versiones a colores de filmes de monstruos clásicos que se repetirán durante los últimos 50 años.

A diferencia de los personajes que admira, como el Drácula de Bela Lugosi o el monstruo de Frankenstein de Boris Karloff, Camacho no busca despertar miedo aun cuando su rostro y físico bien pueden pasar por un vampiro contemporáneo o un divo contenido.

Al contrario, hay una amabilidad y una simpatía que, aseguró, le viene de su fanatismo también por las películas de Groucho Marx.

Nacido hace 55 años en Tijuana, Camacho Romo se considera alumno directo de Forrest J. Ackerman, quien editara por más de tres décadas la revista especializada en filmes de horror Famous Monster of Filmland, que influyera a varias generaciones de cineastas de Estados Unidos para acerca al horror, entre ellos a Steven Spielberg.

"Conocí a Ackerman en 1977 en su casa – museo de Hollywood a raíz de que él abriera su hogar al público… Fuimos amigos, incluso yo fui quien le presenté a Germán Robles (quien personificara en 1957 al conde Drácula en la versión mexicana titulada El Vampiro, para muchos el mejor drácula de todos los tiempos)", dijo.

Ackerman lo introdujo a los primeros filmes de horror que se hicieron en el cine, compartió con él la literatura de este género y algunas cintas mudas. También ocasionó que incrementara su gusto por las colecciones de objetos cinematográficos.

"Él me dijo que me acercara más al cine de horror porque paralelamente también iba a conocer la historia del cine mundial. Y así fue", dijo.

Camacho manifestó que hoy tiene más de mil 500 piezas del cine mundial cuyo valor nunca ha estimado, pero que sin duda alcanza los seis dígitos.

Entre su colección están cientos de carteles originales de filmes como Nosferatu (1922), King Kong (1933) o La novia de Frankenstein (1935); figuras conmemorativas de culto como la robot de Metrópolis (1927).

Además diversos documentos, libros, postales y poco más de 400 autógrafos de estrellas del cine mundial como Marlene Dietrich, María Félix, Ginger Rogers o Sofía Loren.

Sobresalen sobre todo en esta serie de autógrafos en libros y fotografías las firmas de Valerie Hobson, la actriz que encarnara a la novia de Frankestein; Fay Wray, protagonista en 1933 de King Kong, y Brigitte Helm, la actriz que hizo de robot en el filme Metrópolis.

Gran parte de esta colección, producto de sus viajes a convenciones de cine en Europa y Estados Unidos, Camacho la prestó en 1996 para una exposición que la Universidad Autónoma de Baja California hiciera de los cien años del cine.

"Todas las piezas de esta colección no están a la venta; las conservo por el valor sentimental que tienen. No es una colección tan grande como la de Ackerman, que estaba valuada en cuatro millones de dólares, pero sí tiene un gran valor", agregó.

Camacho tiene 33 años de médico. Es especialista en medicina familiar y, actualmente, profesor titular

y representante de la especialidad de medicina familiar en el Noroeste de México del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

El estrés natural que genera su trabajo lo ha expulsado paradójicamente viendo y coleccionando monstruos que les causa a muchos espectadores otro tipo de estrés.

Ya sea en el cineclub del Instituto de Cultura de Baja California o en programas radiofónicos locales, Camacho Romo es requerido constantemente por sus conocimientos del cine de horror.

Más de cuatro décadas dedicado a ver y coleccionar filmes del género, pudiera pensarse que – además de su fanatismo por vampiros, hombres lobo, fantasmas de ópera, momias, ambientes oníricos, castillos desolados o cementerios con estatuas destruidas – ha querido explorar sus propios miedos o la intriga desde la ficción hacia la muerte.

Sin embargo cuando se le pregunta a qué le tiene miedo, responde como cualquier ciudadano de esta frontera que lo que le horroriza es la violencia y la inseguridad en la ciudad.

El doctor Camacho Romo muestra parte de su colección. David Maung/SanDiegoRed.com

omar.millan@sandiegored.com

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