El sábado 4 de agosto del 2012 será siempre recordado por todos aquellos que amamos el deporte y a sus protagonistas. Esa fecha quedará inscrita con letras de oro en el movimiento olímpico al ver como el mejor nadador de la historia decidió poner fin a tan ilustre carrera.

Todo lo que se pueda decir sobre Michael Phelps queda corto a comparación de su contribución al deporte, su legado y grandeza dentro y fuera de las piscinas. No estuvo exento de escándalos, en alguna ocasión fue sorprendido consumiendo marihuana en una fiesta, en un tema que se magnificó a proporciones ridículas.

El oriundo de Baltimore, Estados Unidos, se retira en la cúspide presumiendo de ser el atleta más laureado de la historia olímpica con 22 preseas totales, de las cuales 18 son de oro con pares de plata y bronce.

¿Sabías que si Michael Phelps compitiera como un país estaría ubicado entre los 50 mejores de todos los tiempos? El nadador estadounidense suma más oros en sus vitrinas que países como México, Argentina, Jamaica, Portugal, Israel y Uruguay, por sólo citar algunos ejemplos.

Hoy se trata de rendir honor a un deportista fuera de serie, un atleta avanzado a su tiempo aún cuando vivimos en pleno siglo XXI, simplemente la máxima figura en la historia de los Juegos Olímpicos.

Afortunados hemos sido todos de poder atestiguar a este tritón en su máximo nivel durante tres justas veraniegas ganando medallas a raudales

e implantando marcas mundiales y olímpicas a diestra y siniestra portando únicamente un traje de baño y unos lentes para nado.

Enhorabuena y reconocimiento absoluto a Michael Phelps, la ‘Bala de Baltimore’, que hoy deja atrás el calificativo de súper deportista y da paso al mote de leyenda.

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