Fútbol

Real Madrid 3-1 Barcelona: Lo liquidó a domicilio

Clasifican a la Copa del Rey

Hace unas semanas el Barcelona no es ese equipo avasallante que causó sensación en los últimos años. Siempre se habló de una orquesta de sinfonías encantadoras pero parece que algunos instrumentos se desafinaron. Puede ser que luego de tantos estudios exhaustivos, los entrenadores rivales hayan encontrado la forma de contrarrestar el juego de posesión de Barcelona. En ese aspecto, la falla está en el cuerpo técnico, que no logra reinventar al equipo tras la partida de Pep Guardiola.

El toque habitual del conjunto catalán quedó minimizado a un simple toqueteo intrascendente gracias al orden defensivo de Real Madrid, que encontró en Raphael Varane a un central para una década. El joven francés demostró mucho carácter a pesar de su juventud y no perdió nunca cuando le tocó medirse con Messi y para cerrar una noche inolvidable liquidó el partido con un cabezazo al ángulo.

El Merengue necesitaba un gol tempranero para pasar al frente en la eliminatoria y lo consiguió gracias a una bicicleta de Ronaldo al mejor estilo Luiz Nazario da Lima (a.k.a. Ronaldo). Con la ventaja a favor, los de Mourinho se ordenaron para robar la pelota lo más cerca posible del mediocampo y a partir de allí salían los ya clásicos contraataques que dejaron más aún en ridículo a un irreconocible Barcelona que dejó agujeros por doquier en defensa.

Que Xavi no desequilibre es un problema para el equipo y para Messi, porque el volante es una pieza fundamental en la asistencia a los delanteros. Iniesta ya no fue imparable por la banda izquierda y Dani Alves dejó de ser ese delantero disfrazado de defensor. Por el contrario, Xabi Alonso deslumbró con una precisión impecable que tuvo su obra maestra en el pase a Di María en la jugada del segundo gol. Además de la gambeta impecable ante Puyol en esa jugada, Di María contribuyó en la recuperación, una faceta que fue aprendiendo bajo la tutela de Mourinho y es fundamental para un jugador en esa posición.

La escasa participación de Messi en el partido influyó en la pobre producción de su equipo en ataque, que ni con la entrada de David Villa logró penetrar en el área rival. El descuento de Alba sólo sirvió para coronar una pintoresca jugada, de esas que el blaugrana solía hacer en reiteradas oportunidades.

Darle la tenencia de pelota al Barcelona no significó que Real Madrid se refugiara atrás sino que achicó la cancha y una vez que se hizo con el balón, lo repartió con criterio y

liquidó de contraataque. No es el fin del Barcelona de los sueños, pero para seguir en la senda del éxito deberá reinventarse. De lo contrario, este tipo de caídas serán cada vez más habituales.

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editorial@sandiegored.com

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