Tijuana

Valle de Guadalupe: El problema detrás del problema

¿La raíz? Falta de Educación

BAJA CALIFORNIA.-Durante las pasadas semanas la lucha por proteger el Valle de Guadalupe ha dominado la conversación de todos los interesados en el vino mexicano.

El problema, aparentemente sencillo, tiene un fondo que nadie quiere afrontar: la ignorancia y la complacencia. Claro que existen fuertes intereses políticos y económicos que empañan la situación, pero al final se reduce por un lado a la ignorancia de políticos y empresarios, atraídos por una zona que ha tenido un crecimiento desordenado y que ahora solo representa una oportunidad de negocios, y por otro lado la complacencia de quienes alentaron una cultura de apariencia.

Antes de continuar quiero dejar algo muy claro, estoy a favor de la protección de las zonas productoras. Pero sobre todas las cosas estoy a favor del desarrollo de la cultura del vino.

Por esto, creo que los productores son por lo menos en parte culpables de lo que está pasando. Mucho trabajo simplemente no se hace (me refiero al trabajo de estructurar y profesionalizar).

Siempre encuentro curioso como todos dicen que el problema más grande que enfrenta el Valle de Guadalupe es la falta de agua (el cual indudablemente es un gran problema), el problema más grande que enfrenta el Valle de Guadalupe es la falta de educación. Esta falta de educación dicho sea de paso, no solo es el problema más grande de nuestros valles, es el problema más grande de nuestro país.

¿Por qué es un problema de educación?

Porque seguimos sin entender qué es el vino y cuál es su lugar en la vida diaria de los consumidores (incluyendo los potenciales). Muchos productores crearon este ambiente de superficialidad en el consumo del vino. De moda. De estatus social. De hobby.

Pocos son los que impulsan al vino como elemento cultural. La mayoría sabe cómo hacer vino, pero pocos entienden lo que puede representar más allá de su comercialización.

Entrada a la bodega Tres Mujeres
Entrada a la bodega Tres Mujeres

Las quejas y manifestaciones por sí solas suenan huecas si no están sustentadas en ideas claras. La solución a nuestros problemas no está en combatir a unos cuantos políticos corruptos o a empresarios avaros. Las soluciones se encuentran en hacer el trabajo de educar, primero a los propios productores y después a todos aquellos que se acerquen al mundo del vino.

Por esto encontré irónica la noticia de que se suspenderían las fiestas de la vendimia. Para mí son precisamente estas fiestas un claro ejemplo de todo lo que está mal con la industria vitivinícola nacional. Unas fiestas que en lugar de servir para educar y promocionar con inteligencia, son utilizadas para todo (literalmente para todo) menos para beneficio de la insipiente cultura del vino.

Cenas con 4, 5 u 8 chefs, música, bailes, sociedad. ¿Y el aprendizaje? ¿Que adquieren los consumidores durante estas fiestas que sea trascendente?

Claro que hay un lugar para festejos, pero solo después del trabajo. Creo que mucho de esto pudo haberse evitado.

Estar a favor de un valle de verdad (lo que sea que eso signifique, estoy utilizando la frase de quienes "defienden" el valle) creo que debe ser un compromiso permanente, un compromiso que se refleje en un desarrollo integral de la zona, que no solo beneficie a los productores, que beneficie también a sus empleados y a los habitantes de la región, pero sobre todo que beneficie al desarrollo cultural.

Mi razón para defender las zonas de producción es la posibilidad de que sirvan a un propósito superior.

La enseñanza de esta situación solo se dará si vemos más allá de los personajes y situaciones momentáneas y resolvemos los problemas de fondo, educación y trabajo.

No hagamos del Valle un ejemplo más de lo que está mal en este país, hagamos de él un ejemplo de lo que puede ser.

jpvazquez@laguiadelvino.mx

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