Música

La puesta en escena de Porter, Glasmus y Silent Lune en Black Box

Hacer música es más que componer, cantar y tocar. Ellos son la prueba.

TIJUANA.- La noche del viernes, al terminar la presentación de Porter con Silent Lune y Glasmus en Black Box, recordé una ponencia de Christopher Small, un escritor que propone utilizar la palabra música como verbo y no sustantivo.

Para él, "hacer música" va más allá de componer, cantar o tocar. Se extiende a todos los elementos que contribuyen a la realización de un acto musical y lo llama musicar. Bajo esta definición, los músicos, el público, organizadores e incluso el área de intendencia y quien despacha la cerveza, se convierten en parte del acto.

Aunque todos los recitales, conciertos y tocadas -o como gusten llamarle- serían producto del musicar, a mi, pocas presentaciones me remiten a este verbo.

Asisto a eventos y percibo a todos los actores como agentes individuales que coexisten en un espacio por determinado momento y nada más. Similar a tener todas las piezas que necesitas en un tablero y aun así desaprovechar la oportunidad de ensamblarlas para realizar una buena jugada. Sin embargo, la noche del viernes fue como si solo estuviera la gente correcta en el lugar correcto a la hora correcta y musicaramos juntos.

Inició Silent Lune poco antes de las 10.

[p]El lugar estaría a un quinto de su capacidad cuando comenzaron a rasgar las guitarras, aun así, tocaron como si estuviera lleno. Roger Chávez, el vocalista de la agrupación sandieguina, presentó a la banda y comentó que estaban de regreso después de un año radicando en el DF. No me pareció extraño. Todas las bandas con talento prefieren probar suerte en la capital tarde o temprano.

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Su sonido es 100% grunge, aunque poco -casi nada- parecido al de nuestro primer referente, Nirvana. Si tuviera que asociarlo con otra propuesta sería Pearl Jam. Áspero y potente. Tocaron alrededor de 40 minutos y se despidieron.

Glasmus fue la segunda banda en hacer aparición. Eran las 11 y algunos minutos cuando la banda tijuanense arrancó su espectáculo, tan interesante de escuchar como divertido de ver. Es un conjunto de músicos que toma el escenario y lo hacen suyo. En el mejor sentido de la expresión "se la creen" y nosotros también.

Musicalmente son creativos. Se atreven a jugar con los ritmos y estructuras de sus canciones, y como resultado obtienen lo que pocas bandas consiguen, ofrecer temas dinámicos, muy diferentes entre si. En vivo, tenemos que agradecer la compenetración de la banda, pues cuentan con varias composiciones que requieren de sincronía perfecta y para esto disponen de una base sólida por parte de la batería y el bajo.

Para la media noche, cuando Glasmus terminó con su número, Black Box se veía mucho más asistido. Ya no era posible moverse para ir al baño o comprar una cerveza sin esperar que alguien más ocupara tu lugar. Por suerte, no pasó mucho para que saliera la banda principal. En menos de 20 minutos, apareció Porter.

Abrieron con "Este Cosmos" y toda la atención se dirigió al nuevo frontman de la agrupación: David Velasco, un joven sinaloense de voz cándida y limpia con un rango vocal más amplio que el de su predecesor, aunque más tímido también.

La voz fue prioridad para Porter a la hora de elegir un nuevo cantante, por encima de la extravagancia y el desenvolvimiento escénico que ofrecía Juan Son. Al entonar "Host of a Ghost", la suavidad de cada nota que vibraba en la garganta de Velasco dejó esto muy claro: nada le pide al vocalista anterior.

Entre el público, un fan gritó recordando a la madre de un ausente Juan Son.

"Daphne", "Cuervos", "Vaquero Galáctico" y "Palapa" el primer sencillo de su nuevo álbum Moctezuma, fueron las estrellas del set como las más coreadas de la noche, y aunque a mi alrededor se desgarraban suplicando la canción de "Xoloitzcuintle Chicloso" el evento terminó y ésta nunca llegó.

"¿Cómo vienen a Tijuana y no tocan Xoloitzcuintle Chicloso? Tienes que incluir eso en tu nota" me dijo un muchacho risueño al que acababa de conocer entre la gente.

Tras esperar un poco, por aquello de que regresara la banda, salí rendida del edificio como a las 2 de la mañana. No hubo "encore" pero en mi cabeza seguían sonando las canciones que acababa de escuchar. Iba pensando camino al taxi en cómo describir el evento y al final fue sencillo al recordar un concepto que alguna vez leí, conocido como musicar.

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Elizabeth.rosales@sandiegored.com

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