Tecnología

La droga Silicon Valley

¿Adictos a ser startups?

Coupa Café, elevator pitch, Palo Alto, VC, meet up, pizza, follow up, investor deck, Tech Crunch, team, Mark, tracción, Silicon Valley (SV)… startup.

Si conoces estas palabras y además entiendes este texto en español, quizás, como muchos de nosotros eres emprendedor latino y estás demasiado tiempo en esta droga llamada Silicon Valley.

Durante los últimos 7 años dedique mi vida a emprender negocios relacionados con internet. Con Mauro, mi mejor amigo y socio, empezamos un estudio de diseño web (en realidad empezamos haciendo cinturones, pero es otra historia) y llegamos hasta hoy buscando usar tecnología para cambiar al mundo con CityHeroes.

La verdad es que en principio no tenía idea lo que era una startup, una aceleradora y peor, lo que era Mountain View o un angel investor. Lo que nos interesaba era crear, construir e inspirar. Jugar a ser empresarios y cimentar nuestro imperio mientras hacíamos lo que nos gustaba.

Al paso del tiempo, nuestras ganas de crecer nos llevó a encarar nuevos proyectos, con grandes oportunidades económicas y con el deseo, siempre, de jugar en grandes ligas.

Fue cuando empecé a sumergirme en el mundo de entrepreneurs, pitchs y accelerators.

El ambiente era diferente y a pesar de ser distante, era como una droga amigable y disponible. Comencé a leer los números en millones, estudiaba semanalmente las rondas A, B y C de los líderes, pero lo más interesante, era que aquella fuente de donde provenía todo, al parecer tenía algo que ofrecerme. Un pedazo de esa droga tenía mi nombre.

Luego de un tiempo estaba totalmente adicto a la idea. Siendo una persona obsesiva, en mi cabeza comenzó a crecer la sensación de que mi lugar, el de mi socios y el de nuestra empresa estaba allá, a un avión de distancia. En los ojos de ellos veía la misma ansiedad y en el espejo veía un verdadero entreprenur.

Algunos intentos con aceleradoras nos acercaron más el premio, si bien en su momento, no fuimos aceptados, las fases finales a las que llegábamos y el feedback que recibíamos no nos podía engañar. Nuestro lugar estaba allá.

Llegamos 3, luego de un paso rápido por South San Francisco rentamos una casa en Sunny Vale. Sin piscina, sin muebles, sin inversión y sin remordimientos. Las primeras semanas dormimos en la alfombra, nos alimentábamos de la experiencia, de Cheerios y de las pizzas gratis de los meet ups. Nos encantaba.

No pretendo contar en detalle nuestra paso por SV, esa también es otra historia, aunque no les miento, fue una de las mejores experiencias de mi vida.

Unos meses en el Valley bastaron para –graduarnos- de emprendedores, teníamos nuestra –increíble- startup y las cosas, poco a poco, avanzaban muy bien.

Durante nuestra estadía en SV fuimos aceptados al programa StartUp Chile, creo yo gracias al social proof que ganamos en San Francisco y a las miles de reuniones con inversionistas que tuvimos allá. Teníamos mucho impulso y las mayores ganas para hacer historia al estilo californiano.

Fue luego de un tiempo, ya de vuelta en Latam y viviendo en Chile que las cosas empezaron a cambiar. El negocio aun no despegaba y de hecho, tomaba más tiempo de lo que decía Steve Blank. Las reuniones con inversionistas, si bien frecuentes, acababan en frustración y por su puesto en menos dólares en el banco.

Recuerdo que cuando llegaba al Co-working space, veía algunos de los emprendedores preparando sus pitchs o enviando decks; algunos otros en reuniones con –grandes- inversionistas del ecosistema y el resto, desarrollando los productos más increíbles que uno puede ver.

-No puedo estar equivocado-, pensaba. Estoy en el Silicon Valley de Latam y como todos tengo que perseguir, inversión, tracción, producto, ronda A, ronda B, IPO, ser inversionista y seguir el ciclo.

-Que está pasando?- si estoy haciendo todo lo que nos dice Paul Graham! por que demora tanto?- Si mi competencia, con la mitad de lo que tenemos, levantó 15 millones, lo estoy leyendo en AngelList! Que pasa?!-

Pasaba que esa droga, que desde hace un tiempo había empezado a aspirar, a inyectarme en las venas de entrepreneur y a re venderla a los demás, ahora dominaba mi cabeza. Mis ojos veían un mundo que funcionaba, sí, funcionaba, pero a la distancia. Estaba en una burbuja donde conocía de memoria una realidad que no era mía, ni la de los cientos de emprendedores latinos que ahora eran adictos a ella.

Estábamos muriendo parados, con el bootstrapping que alimentaba nuestra hambre y siendo el tráfico de alguna .com.

Tampoco estábamos solos. Aquellos -inversionistas- latinoamericanos que habían leído un par de libros de VCs ahora estaban jugando a ser dioses, tenían un checklist bien armado y pedían tracción, team del MIT y un elevator pitch de 3 minutos. Pobres, estaban tan inmersos en el humo de ser inversionistas que ni sabían de donde venía el concepto elevator pitch… En Latinoamérica un elevador apenas te da para saludar y despedirte. Yo se que es una analogía, pero en el sur debería existir algo así como After futbol pitch.

Estábamos todos tan drogados por esta pastilla SV que vivíamos en un espectáculo mentiroso. Los bloggers y las tech magazines eran los new stars, la gente de prensa se creía inversionista y los emprendedores miraban a todo lo que tenga ceros, o followers, como un dulce. Los querían lamer.

Un día, dentro en la peor crisis de mi vida, entre otras cosas me di cuenta que esta droga estaba haciendo demasiado daño a mi cabeza, mi pasión y mis amigos. Y es que nuestra vida, para muchos es emprender y construir, pero estábamos haciendo todo mal. Todo muy mal.

Al querer copiar algo que no éramos, hicimos de nuestro ecosistema, aun joven, un objeto de vicios y mentiras. Sin objetivos, sin visión y sin futuro.

Siempre admiré todo lo creado en Silicon Valley y como dije antes, mi experiencia allá fue de las mejores que tuve en mi vida. Pero me equivoqué, y nos seguimos equivocando cuando intentamos copiar en lugar de modelar; cuando traducimos Lean Startup con todos los puntos y las comas, sin analizar el cómo pero fundamentalmente, sin analizar el Por qué.

Los inversionistas se equivocaron antes y siguen perdiendo millones porque se equivocan hoy. No se dan cuenta que lo que necesitamos de ellos va más allá del dinero. Necesitamos aliados, amigos y mentores. Personas que estén dispuestas a ensuciarse el traje y aportar un poco más de cabeza y corazón.

Déjenme decirles, mientras no nos animemos a cerrar esa distancia, ambos lados perdemos, porque ellos necesitan de nosotros y claramente nosotros necesitamos de ellos, y por último, porque en Latinoamérica es así! Con fiesta, con fútbol y con barro.

Los emprendedores también nos equivocamos antes y nos seguimos equivocando hoy, no sabemos identificar nuestros problemas.

Y es que en Latinoamérica no se necesita un Twitter más rápido o el próximo Instagram. Lo que necesitamos es que caminar seguros en las calles, que las personas sean atendidas en un hospital, que los niños conozcan lo que son los libros o por ultimo no quedar atrapados en el tránsito por 4 horas. Y ojo que no digo que no se construyan juegos o redes sociales. Mi punto es, -se imaginan si todo ese talento fuese enfocado en resolver los problemas que de verdad tenemos?- Hay mucho mercado, mucho dinero, muchas cosas que resolver y pocas personas que lo hacen.

Creo que el primer paso para salir de esta adicción es aceptar que tenemos el problema, y que todos, emprendedores, inversionistas y demás, tenemos que apoyarnos para salir del mismo.

Hagámoslo sutilmente, empecemos de nuevo y crezcamos. Sigamos jugando con las reglas que tenemos, pero siendo inteligentes y recordando siempre, de que se trata todo esto.

Ya llegará el momento en que nuestro dealer y nuestra droga, Silicon Valley, sea nuestro amigo y nos respete. Hasta entonces respetémonos nosotros y seamos grandes, incluso con fiesta con fútbol y con barro.

*Vía storieson.com

Editorial@sandiegored.com

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