GUERRERO.- Ayer fue un día significativo para las familias de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, aunque también para todos los mexicanos que aún se rehúsan a dejar que el caso muera impune y sin certezas sobre lo acontecido el pasado 26 de septiembre en Iguala, Guerrero.
Fue ayer, domingo 26 de abril, que varias ciudades mexicanas se unieron para conmemorar los siete meses de la masacre y exigir la aparición con vida de los 43, pues recordemos que a pesar de las investigaciones y testimonios presentados por la Procuraduria General de la República (PGR), sólo uno de los 43 normalistas pudo ser identificado exitosamente por ADN. El resto, aunque se presuman muertos, no fueron localizados.
En nombre de una justicia que aún no se consigue, un grupo de manifestantes, supuestamente integrado por normalistas de Ayotzinapa, marchó hasta el Congreso de Chilpancingo en Guerrero. Y ahí, según los reportes de varios medios nacionales, recurrieron a la violencia para dar fuerza a sus peticiones.
Presuntamente seis camionetas robadas fueron quemadas a las faldas del Congreso local del estado, por disposición de normalistas, campesinos y miembros de movimientos sociales asentados en Guerrero.
La Policía Estatal y Federal acudió para controlar a los jóvenes con gas lacrimógeno, aunque lejos de ceder, estos devolvieron el ataque con piedras y mantuvieron así el enfrentamiento por 30 minutos más. Ningún policía resultó lesionado aunque al menos tres estudiantes sufrieron lesiones leves a raíz del encuentro.
Finalmente, se relata que los normalistas lograron huir montados en más camiones, de modo que no se logró la detención de ningún manifestante involucrado en los desmanes.
Con información de Reforma y Proceso.
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