Tijuana

Tijuana y el futuro del comercio latinoamericano

Al crear más historia de éxito sobre Tijuana y California ayudamos a la economía mexicana

Desde 1928, Tijuana, México, ha sido descrita como la ciudad del pecado: el lugar que permitía que los «emprendedores de la mafia» se aprovecharan de su ubicación estratégica para satisfacer la demanda estadounidense de todo tipo de productos ilegales. Tijuana también se convirtió en la ciudad fronteriza más visitada del mundo, principalmente debido al turismo.

En 1994, cuando entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), se esperaba ampliamente que fuera la clave para que México se uniera finalmente a las economías líderes en el siglo XXI. El acuerdo impulsó a Tijuana a evolucionar de un enfoque en el turismo a uno en la industria. Compañías como Samsung, Panasonic, Sony y otras abrieron enormes plantas de ensamblado allí.

Después de un auge inicial en la industria luego del TLCAN, Tijuana (y México) iniciaron un período de deterioro económico. La esperanza era que el TLCAN reduciría las desigualdades en los ingresos entre los Estados Unidos y México, pero después de 10 años del acuerdo, la diferencia había crecido en un 10,6 % según un artículo de Joseph Stiglitz en The New York Times. Esta diferencia se hizo incluso mayor durante la segunda década. Según Global Trade Watch, para el 2014, la porción del ingreso nacional que recibía el 10 % más rico había aumentado en un 24 %, mientras que la porción del principal 1 % se había disparado en un 58 %.

A principios de la década del 2000, el turismo en Tijuana cayó debido a los efectos del 11 de septiembre, aunque la influencia de los EE. UU. todavía era evidente en el impulso económico de la ciudad. Esta dinámica me intrigó lo suficiente para que me aventurara en la industria mayorista de los trajes de baño, comprando productos en LA y revenderlos en México. Para el 2007 mi pequeña empresa estaba en auge, pero un año después, debido a un aumento en la violencia, el miedo por el virus H1N1 y la crisis financiera, los estadounidenses dejaron de visitar la región y mi empresa colapsó. Me vi forzado a confrontar la dura realidad de la economía mexicana; México depende constantemente de las fuerzas externas para su propio éxito y sufre crisis todas las décadas como consecuencia de esta dependencia.

No fui el único que se vio afectado por el entorno macroeconómico en México. Entre el 2008 y el 2009, se perdieron más de 260 000 empleos en la industria, un sector que representaba el 30 % del empleo total. En Tijuana, se perdieron 33 000 puestos laborales; 28 % de los empleos que ofrece la ciudad, muchos de ellos también en el sector de fabricación. Luego, entre el 2001 y 2015, las 267 compañías fabricantes desaparecieron de la ciudad.

En la actualidad, la percepción general es que el TLCAN no dio los beneficios que prometía y que México necesita una economía autosuficiente para avanzar. Tijuana ofrece una posible avenida para el crecimiento económico, a través de un enfoque del siglo XXI hacia el libre comercio norteamericano.

Para el 2011, las cosas habían empezado a cambiar para la «ciudad del pecado». La violencia en Tijuana disminuyó gracias a una estrategia eficaz de seguridad pública. Ese mismo año, ayudé a lanzar Endeavor, una organización sin fines de lucro que acelera a los emprendedores de alto impacto en las naciones emergentes para respaldar a los emprendedores en la ciudad que buscan escalar sus negocios. Desarrollamos una red de inversores para vincular a las nuevas empresas estadounidenses-mexicanas con inversores ángeles, a través de Angel Ventures Mexico, e iniciamos un espacio de trabajo compartido binacional denominado HUB STN, ubicado en la histórica terminal de autobuses del centro de Tijuana que había decaído durante los años de la disminución en el turismo.

Más recientemente, hemos dirigido nuestra atención a los temas sociales de la ciudad y, a través de la comunidad de Tijuana de Impulsores Mundiales del Foro Económico Mundial, creamos un proyecto de granja urbana, para la comunidad de deportados, denominado Bordofarms.

Por medio de estos y otros esfuerzos, especialmente en el ámbito de las artes y la cultura, Tijuana ha reformado su pasado deteriorado y ha creado un movimiento al que se le atribuye el renacimiento de la ciudad. En la actualidad, todos pueden leer en The New York Times y otras publicaciones de los medios acerca de la sorprendente arquitectura de la ciudad, un excelente sector culinario y de escena, y un enorme potencial comercial y tecnológico.

Junto al renacimiento en el turismo, Tijuana es nuevamente un lugar de interés para los inversores y las compañías estadounidenses. Muchos ya han sido pioneros en el uso de la «Conexión de Tijuana», aprovechando la proximidad de la ciudad con los EE. UU., el acceso al talento y el acceso al mercado de América Latina. Entre los ejemplos se encuentran 3DRobotics, una compañía de aficionados a las aeronaves no tripuladas; Boxel Studio, una pequeña Pixar latinoamericana; Busca Corp, una de las principales firmas de medios digitales en América Latina; y Uber.

Al igual que en la época de los «emprendedores de la mafia», Tijuana ofrece una combinación única de beneficios para las empresas estadounidenses. La logística transfronteriza es simple a través de la proximidad de Tijuana con grandes ciudades de los EE. UU. y México, que junto a su considerable población de inmigrantes, le da a Tijuana la ventaja de un abundante número de programadores y trabajadores técnicos que hablan perfecto inglés. Algunos incluso tienen capacitación técnica en los EE. UU.

Tijuana también ofrece acceso al mercado latinoamericano de 231 millones de usuarios de Internet y la quinta base de usuarios más grande de Facebook (México). El consumo de la clase media en la región creció en 70 millones entre el 2007 y el 2015, y la población de la región es el doble del tamaño de la de EE. UU. y Canadá juntos.

Tijuana es la puerta de California a América Latina, con un potencial real de ganancias para ambos lados. California se considera la novena economía más grande, representa el 13 % del PBI estadounidense; una economía que principalmente se ve impulsada por compañías tecnológicas como SAP, Intel, Apple, Google, Qualcomm y otras. Bloomberg acaba de valuar la conexión de Tijuana y San Diego en USD 230 mil millones y una fuerza laboral potencial de más de 3 millones de personas.

Dado que las industrias dominantes de California son la tecnología y la innovación, necesitamos usar la Conexión de Tijuana para alentar las transacciones, de forma similar a la de los emprendedores de la mafia, pero a través de empresas legítimas, por supuesto. El renacimiento de Tijuana puede continuar en la creación de un ecosistema comercial que no solo hable, sino que concrete lo que dice a través de un enfoque de puesta en marcha simple en la educación (p. ej., Coders Academy y General Assembly), infraestructura (p. ej., London Tobacco Dock y Google Campus) e innovación (p. ej., Founders Institute y Tech Stars).

En el corto plazo, podemos ayudar a cambiar la economía mexicana al generar más historias exitosas de Tijuana y California, a través de un enfoque de validación del mercado, acceso al talento e inversión de capital. Estos éxitos deberían convertirse en ejemplos de una asociación ideal entre EE. UU. y México.

Al utilizar la región transfronteriza de Tijuana como plataforma para realizar pruebas y escalar, luego se torna posible unir al resto de América Latina con los Estados Unidos para un impacto tangible mucho mayor. De este modo, durante los próximos 10 años podemos aprovechar el TLCAN y llevarlo al siglo XXI, donde la tecnología y la innovación son los principales factores para el crecimiento económico y la colaboración entre naciones.

Autor: Miguel Marshall es un emprendedor en Residence, Angel Ventures Mexico, y un Impulsor Mundial.

REUTERS/ Mike Blake

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