En un viernes húmedo por la noche en Tijuana, los bares y burdeles de la zona fiestera de la Avenida Revolución han puesto su música al máximo nivel posible. En el Estadio Caliente de la ciudad, más de 20,000 fanáticos rabiosos del fútbol han llenado el estadio para ver la pelea entre los Xoloitzcuintles de Tijuana contra el Club América de la Ciudad de México. Y en la zona gastronómica, autos último modelo se pelean por un espacio a las afueras de los restaurantes donde mexicanos y estadounidenses adinerados gastan una buena feria en atún sellado y vinos finos del Valle de Guadalupe.

Lejos de los lugares habituales de parranda, en una calle cerrada en la Colonia 20 de Noviembre, una sección residencial-industrial entre la Vía Rápida y un par de vías de tren obsoletas, se celebra un evento muy importante para la ciudad. Alrededor de 500 artistas, mecenas y aficionados se han reunido con copas de vino en mano, para celebrar el 10mo aniversario de La Caja Galería, un espacio de exhibición y centro cultural que se encuentra dentro de una bodega cubierta de murales.

La primera década de existencia de La Caja no es un pequeño logro, en una ciudad donde espacios de arte independientes vienen y van.

Marcus Yam / Los Angeles Times

"En Tijuana, es una lucha constante por mantener proyectos como este, vivos" dice el fundador de La Caja, Arturo Rodríguez, agradeciendo al público por su apoyo en un discurso emotivo. "Soy solo un soldado en esta lucha".

Rodríguez está en lo correcto. Él no está solo. La Caja es parte de una onda interesante de organizaciones de artes independientes en Tijuana; chicas y grandes, establecidas y locales, que están tratando de crear un legado artístico en esta ciudad de tan sólo 126 años de edad.

Estas son galerías e instituciones que no solo muestran arte pero que también están constantemente trabajando en educar y ayudar a darle forma a una generación de artistas y diseñadores.

En la Avenida Revolución, TJ in China ProjectSpace no solo exhibe arte sino que también es anfitrión de pláticas, seminarios y residencias de artistas internacionales. Del otro lado de la ciudad, en la Colonia Burócrata Ruiz Cortinés, la pequeña e informal Relaciones Inesperadas ofrece talleres profesionales para artistas jóvenes además de sus pláticas habituales. Y en La Coahuila, la famosa zona roja de la ciudad, la Escuela Libre de Arquitectura ofrece a más de dos docenas de estudiantes de diseño un enfoque único y práctico, empapado de un pragmatismo tijuanense como ningún otro.

"Creo que ya hay un gran sentido de pertenencia. Estamos muy enfocados en los problemas que afectan a los artistas, trabajamos con ellos para mejor su profesionalismo, ayudándoles a entender la razón por la cual toman las decisiones que toman".

Marcus Yam / Los Angeles Times

La misión de La Caja

La Caja empezó como una galería de 35 metros cuadrados, la cual con el tiempo evolucionó a un centro de reunión de 400 metros cuadrados el cual sirve de plataforma para exhibiciones de arte contemporáneo, también ofrecen de pintura a niños en edad escolar y hasta organiza talleres de creación de arte para los invidentes. (Una de los cuartos de La Caja tiene una máquina de humo y un equipo de sonido para inspirar a los demás sentidos). La misión del centro no solo es mostrar arte pero también fomentar una apreciación por ella en adultos y niños.

Tijuana siempre ha sido el tipo de lugar donde individuos emprendedores pueden venir y crear sus propios institutos. Pero las motivaciones para la actual oleada de creación tiene sus raíces en uno de los periodos más oscuros de la ciudad: el periodo de narcoviolencia intensa de tres años que empezó en el 2008. La ciudad no solamente estaba aguantando los efectos de la crisis económica global sino también el aumento repentino de matanzas que congelaron el turismo y que tenía a muchos residentes temiendo por sus vidas.

"La ciudad estaba contaminada, había muchísimo miedo", dice la cofundadora de TJ in China, Mely Barragán, relatando esa era.

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Al final de todo, los homicidios aumentaron a más del doble, de acuerdo a la oficina del Procurador General de Baja California, de 337 en el 2007 a 844 en el 2008. Y los noticieros locales se convirtieron en historias espeluznantes sobre partes de cuerpos humanos depositadas a lo largo de la ciudad por los carteles (incluyendo tres cuerpos que fueron dejados dentro de tambos llenos de ácido, justo una cuadra de donde actualmente se encuentra La Caja).

La cantidad de turistas que se quedaban a dormir bajó drásticamente, de 1.5 millones en el 2007 a menos de la mitad en el 2009. Los eventos de música en vivo y de la escena de arte se paralizaron.

El arquitecto Jorge García, quien abrió la Escuela Libre de Arquitectura el año pasado, dijo: "Fue un momento de reflexión en el cual todos dijimos 'Esta es nuestra ciudad. Esto no puede ser.'"

Sin tener ninguna apreciación por el público en general, Rodríguez empezó a operar La Caja como una galería en Internet enfocándose al trabajo de artistas regionales. Pero en números ocasiones considero darse por vencido y cancelar todo su proyecto. "No importaba si eras rico o pobre. Si las balas te iban a tocar, te iban a tocar... Hubo tantas veces que pensé darme por vencido".

Pero no lo hizo. Al contrario, después de mucha consideración, decidió hacerlo más grande. "Pensé, 'Necesito cambiar las cosas. Puedo hacer algo diferente.'"

Así que en el 2010, cuando el índice de homicidios en la ciudad seguí altísimo, decidió que La Caja necesitaba convertirse en algo más que una galería, necesitaba ser un espacio de creación. Transformó una bodega abandonada ubicada en la Colonia 20 de Noviembre en un lugar en donde podía mostrar obras de arte y ofrecer clases, desde lecciones de creación de arte independientes hasta un curso intensivo certificado de siete meses enfocado en la historia y apreciación del arte que tiene el visto bueno del Instituto Nacional de Bellas Artes de México.

"El siguiente año tendremos al onceavo grupo de estudiantes certificados llenar las aulas de La Caja" dijo con mucho orgullo.

Si la violencia tenía como meta el desalentar, esta tuvo un efecto puesto.

"Fue cuando todo esto se estaba cocinando. La idea de permanencia, de legado, de crear cosas que perdurarán".

Tijuana ha renacido desde la ola de narcoviolencia, los homicidios bajaron a 493 en el 2014, y la ciudad está experimentando actualmente de una paz relativa. Aunque no significativa, el índice de homicidio de 29.9 por cada 100 mil sigue siendo mejor que una gran cantidad de ciudades estadounidenses. Por ejemplo, el índice de Tijuana es un poco más de la mitad que la Ciudad de San Luis.

Pero aun así, el índice de turismo se ha mantenido bajo, lo cual le ha dado mucho espacio a las artes para florecer, hasta en el área fiestera de la Avenida Revolución. En los últimos cinco años el Pasaje Rodríguez y el Pasaje Gómez; que alguna vez fueron pasajes comerciales justo al lado de la franja parrandera, han cobrado vida con galerías, librerías y boutiques. Sobre la Avenida Revolución podrás encontrar la galería TJ in China. Justo al lado de la frontera, un edificio donde anteriormente había empleados de la aduana mexicana, se ha convertido en un centro de arte llamado La Casa del Túnel. Y la escena culinaria Baja Med tan celebrada de la ciudad, encabezada por chefs jóvenes y carismáticos como Javier Plascencia, que han logrado llevar a una gran cantidad de seguidores o foodies mexicanos y estadounidenses a restaurantes de alta cocina en la zona gastronómica.

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La evolución de Tijuana

Para Pedro Ochoa, quien es el actual director del Centro Cultural Tijuana, el cual es un centro cultural financiado por el gobierno federal, la creciente presencia de arte, comida y cultura es un indicador importante.

"Yo considero que Tijuana ha tenido tres etapas muy importantes de desarrollo. En los 1920s, la Ley Seca, fue lo que trajo turismo a la ciudad. Estaba el aspecto comercial también, desde los 1930s hasta los 1990s, cuando Tijuana fue transformada a una zona duty-free. Y después vino la tercera etapa, el desarrollo de las maquiladoras, empezando en los años 70s y 80s, lo cual trajo la manufactura a la ciudad, lo cual para los 90s, Tijuana ya era el productor más importante de televisiones. Pero también puedo ver otra etapa, una cuarta etapa. Y creo yo que estará compuesta por dos elementos: cultura y comida. Eso formará parte de la evolución de Tijuana", dijo Ochoa.

Ese escenario recaerá en cierta parte en espacios tales como La Caja, la Escuela Libre, TJ in China y Relaciones Inesperadas, instituciones que apoyarán y darán forma a la próxima generación de pensadores.

También recaerá en las fuerzas culturales que han formado parte de este movimiento en Tijuana desde hace tiempo. La ciudad ha sido el hogar de escritores, pintores, bailarines y músicos por mucho tiempo, quienes se han inspirado de la realidad bajacaliforniana. "A la gente le gusta decir que Tijuana no tiene cultura, pero eso no es verdad, Tijuana simplemente no tiene tradiciones debido a que somos una ciudad muy joven", dijo Ochoa.

Pero ya existen cimientos donde se puede construir algo grande. El teatro del IMSS ha brindado danza y teatro en vivo en Tijuana desde los 1960s. En 1982, el centro cultural de la ciudad abrió con una mezcla de actuaciones, películas, exhibiciones y conferencias. Y a principios de los años 2000, Tijuana vio nacer su primera escuela de bellas artes: la Escuela Superior de Artes Visuales independiente y la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Baja California.

Concurrente a todos acontecimientos, estuvo la ola de música que salió de Tijuana a principios de los 2000, encabezado por Nortec Collective, un grupo de DJs quienes fusionaron de forma impecable la electrónica con los ritmos oom-pah de la música regional mexicana norteña. Ese movimiento, el cual fue documentado por medios como la revista Rolling Stone, MTV y hasta la revista Time, fue pieza clave en cimentar la idea en el mundo de que Tijuana no solo recibía cultura de forma pasiva, sino que también la creaba. Desde entonces, innumerables artistas se han inspirado por el lugar tan singular que Tijuana tiene en el mundo, aprovechando su estado de ciudad fronteriza no convencional y gozando de la hibridez, de la cultura DIY que toma prestado tanto de la cultura mexicana como la estadounidense.

"Puede haber una falta de recursos, pero también hay muchas oportunidades. Todo lo que hacemos, es como si lo estuviéramos haciendo por primera vez y es muy emocionante. Es como si estuvieras escribiendo tu propia historia. Aparte es la frontera, y no solo la frontera, pero LA frontera. Hay 3,219 kilómetros de frontera entre Estados Unidos y México, pero no hay nada como Tijuana. No te puedes aburrir aquí. Hay identidad, hay posibilidades, hay economía y cultura. También hay tendencias destructivas, entonces vuelves a crear. Siempre se regenera.", dice Hernández de Tijuana.

Al ver al pasado, Rodríguez está feliz de que se aguantó durante las etapas difíciles de Tijuana.

Es un día antes de que sea la fiesta de aniversario y su teléfono no para de sonar con una lista infinita de preguntas de curadores y empleados. En el segundo piso esta una instalación enajenadora de un montaje industrial por Jaime Ruiz Otis y una serie de obras en papel por Franco Méndez Calvillo. En la calle un barredor está limpiando para un evento especial que consistirá de bailarines de danza moderna en trajes de Tyvek y una bailarina con un tutú hecho de envoltura de burbujas. (En Tijuana, la tierra de las maquiladoras, los materiales industriales siempre están a la mano).

"Nadie se hará rico con esto, pero es importante, yo no solo quiero entretener, sino también quiero educar, quiero formar otra generación.", dijo Rodríguez entre todo el desorden.

Vía Los Angeles Times

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Traducido por: edgar.martinez@sandiegored.com