PENSILVANIA. Un joven de 18 años ejecutaba un asalto aparentemente perfecto: pistola en mano, guantes, pasamontañas, tono demandante y exasperado. No, no se le olvidó lo que iba a decir, se le olvidó voltear para ver si alguien más le observaba.
Con información de Sin Embargo
Comentarios
Facebook
SanDiegoRed
Nuevos
Mejores