Era el año 2008 y en Tijuana se daba ola de violencia más grande en su historia. Es entonces que el Teniente Coronel Julián Leyzaola quedó al frente de la policía municipal, un 10 de diciembre de 2008.

Como si Tijuana se tratara de la actual Caracas, Venezuela -en referencia a sus zonas militarizadas- la incertidumbre y el pánico corrieron nuestras calles como lo hacen actualmente en aquella ciudad, ante la presencia de los efectivos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Así vivimos las noches durante más de dos años, producto de una guerra ególatra contra el narcotráfico.

Aquellas noches de terror fueron producto de una fractura en el cártel de Tijuana, fundado por los hermanos Arellano Félix, y por la invasión del cartel sinaloa, liderada por el Chapo Guzmán y el Mayo Zambada. Este conflicto, que acabó con la vida de 600 personas, escaló rápidamente para ser la prioridad número uno de la guerra contra las drogas del entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa.

Sin embargo, como demostrarían después las comisiones de derechos humanos, aunque los niveles de delincuencia parecían disminuir, las torturas y otra clase de abusos se dispararon, e incluso el mismo Leyzaola sería señalado por estas acusaciones.

Al Teniente Coronel se le reconoció como autor de torturas equiparables a las del crimen organizado que tanto condena, siendo inhabilitado por ocho años tras violentar los derechos de un policía.

La sindicatura del Ayuntamiento de Tijuana acreditó violaciones a los derechos humanos y faltas administrativas cometidas por Leyzaola en 2011, cuando aún era director de Seguridad Pública de Tijuana.

VIDEO: Policías denunciaron tortura de Leyzaola

Aunque a la fecha, no se le ha hecho responsable por arruinar la vida de otros 25 policías de Tijuana que fueron presos en marzo de 2009 y trasladados a las instalaciones del 28º Batallón Militar, donde fueron víctimas de torturas y abusos físicos hasta el día de su liberación.

Recordemos que estos casos, y otros más, son la culminación de una política de hostigamiento hacia la policía municipal de Tijuana, que en su momento fue presentada por el actual candidato del Partido Encuentros Social a la alcaldía, mientras comandaba a la Policía Estatal en la misma época en que el Ingeniero Jorge Hank Rhon ostentaba el título de presidente municipal (2004-2007).

Al parecer los constantes conflictos entre Leyzaola y Hank, a partir de las ocasiones en que policías estatales intentaron detener a sus escoltas, tuvieron como daño colateral un hilo de rencor hacia las policías hankistas. El resentimiento entre estos dos personajes se ve reflejado en los constantes enfrentamientos armados entre policías estatales y municipales.

Aunado a esto, y como por arte de magia, la Policía Federal confisca las armas de agentes municipales bajo sospecha de su participación en actividades ilícitas.

Leyzaola a los 16 años, cuando ingresó al Ejército Mexicano. Foto: Facebook/Julián Leyzaola

¿A quién le sorprende que un Leyzaola con rencores hacia la policía municipal, creyéndolos delincuentes, haya recurrido a la tortura y abusos físicos con tal de ligarlos al crimen organizado que buscaba combatir?

Si en algún punto logran visualizar al Teniente Coronel como alcalde de Tijuana, piensen que fueron sus políticas y su coordinación de las policías, desde el 28 Batallón de Infantería, las causantes de la crisis actual en las policías. No tenemos el número de agentes necesarios para salvaguardar esta ciudad ¿pero quién puede culparlos, si además de una mala paga, carencias de equipamiento, y la falta de una pensión para ellos y su familia, les espera la idea de ser torturados para esconder la ineficiencia de un comandante sin escrúpulos?

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