Cuando se anunció que habría un reboot de Ghostbusters dirigido por Paul Feig, el internet mostró su disgusto por el estudio de atreverse a tocar una de las cintas más emblemáticas y queridas de los años ochenta. Cuando se dio a conocer que el reparto principal estaría integrado por algunas de las comediantes más prolíficas de la actualidad se desató el caos total. Desde señalamientos misóginos hasta fans odiando la idea de seguir sangrando lucrativamente la nostalgia, la película tenía muchas expectativas que cumplir, sobre todo con tanta gente esperando que fracasara.

Esto en gran parte porque muchos fanáticos de las cintas originales estuvieron esperando una tercera entrega en la franquicia, sin embargo, llegó una cinta que es homenaje, pero a la vez un reboot y una especie de secuela espiritual de ellas. Es comprensible que hubiera muchas dudas al respecto, pero no se preocupen, la cinta cumple y con creces.

La trama de la cinta es muy parecida a la original e incluso el tono es un poco tonto y no se toma demasiado en serio, pero sus personajes resultan muy interesantes y originales. En momentos la cinta juega con la nostalgia y en otras nos sorprende con cosas completamente nuevas. Claro, no todo es miel sobre hojuelas, hay momentos en los que es difícil abrazar el tono simplón que aborda la película y algunos chistes no terminan por cuajar (ni la presencia de Bill Murray salva algunas cosas). Todo depende del humor en que la veas, pero en general es muy amena.

Lo que diferencia a esta nueva entrega de las cintas anteriores es precisamente lo que muchos criticaron: su reparto femenino. A pesar de que los avances nos mostraron algunos chistes y parte del humor de la película, no reflejan en realidad lo que aparece en ella. Incluso me atrevo a decir que el personaje de Leslie Jones es el que más funciona de toda la película debido a que no encaja en el estereotipo que uno esperaría encontrar en la película. La química entre las cuatro actrices principales y su encanto hacen de la cinta algo verdaderamente memorable. No estará nunca a la par de la original de 1984, pero ese no es el punto, la cinta funciona por sí misma como entretenimiento mediano que sorprenderá a más de un detractor.

La premisa es simple, la trama va al grano y abraza lo ridículo del concepto. Disfrutarás las actuaciones, los chistes, los fantasmas (genuinamente habrá momentos terroríficos) y los cameos del elenco original. Si quieres pasar un gran rato en el cine y tu masculinidad no es tan frágil ni estás casado con la nostalgia, entonces Ghostbusters es una buena opción para ver este fin de semana.

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