El urbanismo como catalizador de dinámica económica y las agendas estratégicas de algunas ciudades para replantear su vocación, reinsertarse en el siglo XXI y evitar perder relevancia en el futuro, fueron algunos de los temas abordados por Ricardo Álvarez, investigador en el Senseable City Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en el marco de la reunión mensual de socios de Desarrollo Industrial de Tijuana (DEITAC).

Álvarez inició su participación explicando que las ciudades son un invento relativamente reciente. Como seres humanos tenemos haciendo ciudades alrededor de 8,000 años, y desde entonces hemos venido reinventándose y vaciando en éstas muchos de nuestros valores sociales, de tal manera que se convierten en un reflejo de la sociedad.

Las ciudades en las que vivimos hoy en día son consecuencia de un proceso muy acelerado de experimentación debido a que la curva poblacional ha crecido de una forma históricamente anormal, pues hemos superado la barrera de los 7,000 millones de habitantes en el mundo, de los cuales el 50% vive en zonas urbanas.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, para 2050 seremos 9,300 millones de personas, de las cuales 6,300 millones vivirán en ciudades, algo relevante pues muchos de los grandes problemas de la humanidad son eminentemente urbanos; el 80% del PIB mundial, el 78% del consumo energético y el 79% de las emisiones de carbono se da en las ciudades, explicó Ricardo Álvarez, para después enfocarse en la formulación del espacio como variable económica.

Explicó que la función de densidad del espacio por intensificación de uso es la que −por gravedad económica− genera la necesidad de multiplicar los fondos de inversión en infraestructura, es así como se calculan los proyectos de infraestructura de gran envergadura y se justifican en el tiempo.

"Las ciudades son entidades de alta eficiencia, cada vez que se duplica el tamaño de una ciudad su PIB se multiplica por 1.15, cada vez que se multiplica la población de una ciudad se optimiza a .85 la utilización de recursos en infraestructura per cápita, en general siguen una función superlineal, de ahí la importancia de estructurar estrategias de largo plazo para la escalabilidad urbana", precisó.

"Está establecido desde el siglo XIX que la aglomeración genera modelos de gravedad, en donde las sinergias revalorizan el status económico. Tijuana es un micro ejemplo de eso", aseguró.

La integración de los factores de producción provoca un efecto de complejidad económica, explicó, el aglutinamiento de personas lleva a un incremento de los precios en la ciudad, y algunas actividades se vuelven de muy bajo valor versus el costo del espacio, de modo que se genera una migración hacia a actividades económicas de más alto valor.

La complejidad económica, abundó, es el conocimiento acumulado desde el punto de vista tecnológico, científico, de procesos, de conocimiento, de diseño, legal, etc., para desarrollar actividades productivas. "Entre más complejidad económica tenga lo que hacemos sube la función de valor sobre lo producido. La carrera es por migrar a actividades que integran mayor complejidad económica como caminos de desarrollo, migrar a sectores industriales de mayor valor agregado como por ejemplo del sector automotriz al sector aeroespacial, esa es la estrategia de muchos países en cuanto a sus planes de desarrollo sectorial".

La plataforma competitividad de Tijuana

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La humanidad está dando un salto de la era post-industrial a la era de la información… a la era del conocimiento, un cambio profundo que está generando procesos de "destrucción creativa", popularizados por Shumpeter en el siglo XIX, comentó Ricardo Álvarez. "Este cambio de una era post industrial a una era de la información es posiblemente más profundo del que significó transitar de sociedad agrícolas a sociedades industriales, pues estamos migrando de realidades basadas en átomos a realidades basadas en bits".

"Tijuana tiene una gran ventaja competitiva no transferible al.... Continuar leyendo artículo aquí

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