La mayoría de los festivales musicales modernos proveen de contenido sin contexto.

Si vas a un mega-evento anual como el Coachella Valley Music and Arts Festival del Sur de California o al Bonnaroo en Manchester, Tennesse, te encuentras sobresaturado de opciones – estrellas de pop, reuniones de rock, las siguientes estrellas del internet – pero depende de ti el darte cuenta qué es lo que los une en el evento.

Mas no es así en el Desert Trip, el festival de rock clásico que hizo su debut el fin de semana en el Empire Polo Club, en Indio, California (mismo lugar donde se presenta Coachella), y va a repetirse comenzando el siguiente viernes.

Por supuesto, este concierto de tres días fue diseñado para asombrar con su alineación que incluyó a Paul McCartney, Roger Waters y a los Rolling Stones, cada uno encabezando un día del festival por sí sólo. Más nadie en el público de 75,000 personas tuvo problemas para hacer la conexión entre la media docena de veteranos del rock que incluía la compra del boleto, el cual también incluyó a Neil Young, Bob Dylan y The Who.

Esto significa que los artistas aquí, a diferencia de la mayoría de los festivales, estaban enfrentándose a las mismas preguntas: ¿Cuál es la mejor manera de manejar el hacerse viejo? ¿Debe una figura pública que alguna vez fue rebelde seguir causando problemas? ¿Qué hacer sobre las expectaciones que tiene público establecido desde hace años? Sus respuestas variaron, pero todos fueron parte de una larga misma historia.

Hubo casas de campaña con aire acondicionado dentro de las cuales se exhibieron fotografías vintage de los titulares del evento – algo lejos de lo que ofrecen las instalaciones de arte durante Coachella.

Todos estos servicios fueron únicamente para atraer al público notablemente mayor, y de presumible grande presupuesto, entusiasmados por ver a sus artistas favoritos sin sufrir de las indignaciones que conlleva un festival de música promedio.

El primero en tocar el sábado fue Young, quien comenzó de frente con una interpretación acústica de "Heart Of Gold," rimandola con "I´m getting old" (me estoy haciendo viejo).

Para cerrar la noche del sábado, McCartney tomó la decisión de que uno de los miembros de su banda levantara una bandera de arcoíris al final de la presentación, en apoyo a la comunidad LGBT. Sin embargo la principal acción del ex Beatle fue proveer buenas vibras inofensivas que lo han hecho, quizá, la superestrella de rock más adorable del pasado medio siglo.

Con canciones de los 60, hasta del año pasado, la presentación de McCartney puso a reflexionar sobre todos los cambios sociales, culturales y políticos que ha sobrellevado su carrera.

Traducción: Azelia Mejía

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