Lo que sucedió ayer en el partido de la Copa Libertadores entre River Plate y Boca Juniors en la bombonera protagonizando el clásico argentino deja mucho para la reflexión y le da la oportunidad a la Conmebol y FIFA de sentar un precedente para acabar con la violencia en el futbol.
Como es bien sabido por la mayoría, las barras no sólo son un grupo de animación en Argentina, increíblemente se meten muchísimo en las decisiones directivas, algunos hasta son socios y si lo dimensionamos a México, los apoyos de las directivas a las barras parecen inofensivos, pero así empezaron en Sudamérica.
La pregunta de todos ahora es, ¿Dónde estaba la policía?, ¿Por qué no fueron como en México a la tribuna?, la respuesta es simple, en Argentina las barras son inmunes, ayer se comprobó y se confirmó los mitos aterradores que se contaban en otro lados, pero que al final son una cruda realidad.
Es obvio que todo fue planeado, lo peor es que es increíblemente duro para decir que fue con complicidad del equipo Boca Juniors en algunos de sus empleados. Permitir entrar con equipo de soldadura, con palos y además habilitar con pequeñas torres las áreas de barras en las tribunas es realmente un infierno para el equipo visitante, pero un infierno deshonesto y poco ético.
Las pruebas periciales al final del partido arrojaron que tal vez el gas pimienta no vino de la tribuna, un diario argentino dijo que el reporte indica que se lanzaron desde el terreno de juego. Todavía sin confirmarse está la opción de que se usó el sistema de ventilación dentro del gusano de goma que "protege" a los jugadores.
Ahora llegamos al otro punto, si la locura en el aficionado reina, tiene que venir la empatía del compañerismo. Una cosa es ser rivales en la cancha, pero lo natural es que por más "odio" deportivo se tengan, al momento de que la vida está en riesgo, es necesario unirse y el orgullo reinó dejando entrever que el cáncer de la violencia y el odio futbolístico está en etapa terminal, pues ya supera la cancha.
En una cuestión de orgullo, Boca Juniors y sus jugadores no querían salir. Lo peor aún es que el entrenador pidió a su plantel irse con el rival para evitar una catástrofe, pero un capitán de pacotilla, un tipo que jamás puede volver a jugar futbol o cualquier otro deporte lideró la rebelión dejando abandonado a su entrenador con un grupo de jugadores cobardes y más temerosos por represalias de su barra y no de su técnico, se quedó en la cancha dejando "morir" solos a sus compañeros de trabajo, y no conformes el peor futbolista de todos los tiempos, Agustín Orion se atrevió a levantar las manos y aplaudir a los criminales que estaban en la tribuna.
Es necesario revolucionar el futbol en Argentina y tomarlo como ejemplo en México. El aficionado no es al que le regalan boletos y viajes para apoyar y cantar todo el partido, el aficionado real es aquel que consigue su propio boleto con el precio real y que apoya sin caer en la euforia equivocada para agredir a cualquier otro que no apoye a su equipo. El futbol es futbol, es mucho más que un deporte, por supuesto que amas a un equipo, pero siempre debemos pensar que el rival también es futbolista y se dedica al deporte que tu amas tanto.
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