El arte se hizo futbol. Y no podía ser en otra ciudad que no fuese la hermosa Viena, capital austriaca, cuando un joven herrero comenzó a patear el balón en sus calles. No era un adolescente jugando a ser futbolista, sino un chico destinado a marcar la historia del balompié mundial.
Ese delgado muchacho era Matthias Sindelar, protagonista principal del mejor equipo en la historia del Austria: el Wunderteam (el equipo maravilloso), que nació el 10 de febrero de 1903.
La aventura inició en el Herta Wien hacia 1918, donde Sindelar dio sus primeras finas pinceladas en el lienzo balompédico europeo como juvenil. Gracias a su clase, pronto se ganó el mote de "Mozart del futbol". No era para menos; poseedor de un toque perfecto y un regate excepcional, su físico poco impresionante no fue un impedimento para que ridiculizara a las defensas rivales e hiciera las delicias de los aficionados.
Este Mozart no tardó mucho en trasladar sus notas a los pentagramas del Austria Wien, equipo en el que pudo ganar varios trofeos y llamó la atención del seleccionador austriaco Hugo Meisl, quien encontró en Sindelar el engrane que le faltaba para perfeccionar su Wunderteam ya entrados los años veinte.
Si bien se piensa que Pep Guardiola ideó la posición de "falso 9", el primer jugador en tener un rol similar fue Sindelar. Gracias en buena medida a la clase de su estrella, Austria tuvo una racha de 14 partidos sin perder a inicios de los años treinta. Para los de Meisl el cielo era el límite, por lo que la Copa del Mundo de 1934, a celebrarse en Italia, parecía llegar en el momento idóneo.
Sin embargo, pese a tener un buen torneo, lo peor que pudo pasar al cuadro austriaco fue toparse en semifinales con el escuadrón local, que había recibido innumerables ayudas arbitrales. Ivan Eklind, juez central del duelo entre italianos y austriacos, no fue la excepción. Los azzurri vencieron al Wunderteam por la mínima diferencia en buena medida gracias a la ayuda del colegiado, que permitió el juego brusco so pretexto de unas pésimas condiciones del terreno de juego en San Siro. Pese al triunfo local, el técnico italiano Vittorio Pozzo reconoció la clase de Sindelar y del entrenador Hugo Meisl, de quien después afirmó que había "influenciado al balompié europeo".
Aquella maravilla no tendría otra oportunidad. El Anchsluss de 1938, cuando la Alemania nazi anexó a Austria, representó el final del Wunderteam y de la carrera de Sindelar, quien se negaría a formar parte del equipo del Tercer Reich para la Copa del Mundo de Francia.
El momento cumbre para Matthias se dio el 3 de abril de 1938 en el estadio Prater de Viena, cuando Austria y Alemania sostuvieron un encuentro amistoso para despedir al cuadro austriaco como equipo independiente. Las autoridades nazis había ordenado al Wunderteam dejarse ganar… cosa que no pasó. Sindelar se cansó de regatear y ridiculizar a los defensas alemanes, pero luego lanzaba el balón deliberadamente hacia afuera de la portería o a las manos del guardameta. No obstante, en el segundo lapso todo cambió; el "Mozart del futbol" realizó una jugada fantástica y marcó uno de los tantos con los que Austria venció por 2-0. En lugar de saludar a Hitler y la comitiva nazi en el palco, el genio comenzó a bailar de forma burlona desafiándolos como nunca antes alguien había hecho. Por supuesto, los alemanes enfurecieron y no perdonaron aquel gesto del artista.
Un año más tarde, el Mozart de las canchas moriría en circunstancias muy extrañas junto a su novia Camilla Castagnola (una judía), siendo la causa oficial "intoxicación por monóxido de carbono". Nunca se supo si fue un asesinato del régimen o un suicidio, pues la Gestapo constantemente reportó a Sindelar como un insubordinado. El reporte final, "muerte accidental", permitió que Matthias tuviese un
funeral público, donde cientos de personas mostraron su dolor por la pérdida de su héroe, uno que mantuvo la dignidad y amor patrio hasta el final.
Hoy, a 112 años de su nacimiento recordamos al mejor jugador en la historia de Austria: Matthias Sindelar, el "Mozart del futbol".
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