El clavadista alemán Stephan Feck fue el primero en pronunciarse al respecto, y desde su cuenta de Facebook publicó un texto en el que indica que el aroma de la piscina es de "como si alguien se hubiera echado gases", acompañando sus palabras con una fotografía de él mismo tapándose la nariz.

Foto: GETTY
Desde el martes pasado, día en que la alberca tomó ese peculiar color, las autoridades de Río aseguraron que el agua no representaba una amenaza para la salud de los deportistas y solo se trataba de un problema de alcalinidad.
Sin embargo, esa coloración ya se extendió a la piscina destinada para el waterpolo, donde, al finalizar el encuentro entre Australia y Japón, los nipones tuvieron que correr a lavarse los ojos recién terminado el partido por miedo a contraer alguna infección.
Vía: Cadena SER
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