Tijuana.- La referencia más cercana al triunfo que tuvo la noche de este sábado el tijuanense Antonio DeMarco es aquella en la que Julio César Chávez venció en el último round a Meldrick Taylor aquel marzo lejano de 1990.
Esa emoción ha estado en la atmósfera de la victoria que tuvo DeMarco al vencer en el undécimo asalto al venezolano Jorge Linares y adjudicarse el campeonato de peso ligero (135 libras) del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) la noche del sábado en el Staples Center de Los Ángeles.
El púgil tijuanense llevaba perdiendo la contienda ante un veloz y certero Linares, quien manejaba los ataques y ponía el ritmo del combate, tal como lo había prometido luego de su entrenamiento con el astro filipino Manny Pacquiao, ambos a las órdenes de Freddie Roach.
Eso a pesar de un sexto round de antología en la que intercambiaron sus mejores combinaciones y el venezolano resultó con una profusa herida en la nariz, que su esquina nunca pudo controlar y terminó por molestar a Linares el resto de la pelea.
Para el round once, el entrenador Rómulo Quirarte dijo a DeMarco que debía noquear si quería ganar la contienda. Estaban conscientes de que lo que habían hecho en el ring no era suficiente.
El tijuanense revelaría al final del compromiso que lo que le dijo su manejador fue que se acordara cuando no tenía nada y dormía en la calle, que pensara en el triunfo por su hija, por su familia, por él, que todo eso lo inspirara para dar todo lo tenía.
El mensaje pareció ser el motor que encendió el cuerpo de DeMarco, pues éste buscó en intercambio de golpes a media distancia ante un Linares que perdió la cabeza y, a pesar de llevar al menos ocho de diez rounds ganados, se fue también con todo y recibió una combinación letal de izquierda en su rostro seguida de una derecha que dejó en otro estado al venezolano.
DeMarco (26-2-1-19 nocauts) miró desconcertado el efecto de sus golpes y después reaccionó para irse a rematarlo con más combinaciones, que provocaron que el réferi parara el pleito, pues Linares (31-2-0-20 nocauts) ya no reaccionaba.
Esta ciudad, cuna de grandes monarcas, vio el pasado 17 de septiembre el triunfo de Erik "Terrible" Morales a sus 35 años, quien consiguió su cuarto título universal al vencer a Pablo César Cano. Desde enero de 2009, luego que Shane Mosley derrotó a Antonio Margarito, Tijuana no tenía un monarca universal.
La noche de este sábado otro campeón mundial, de 25 años, subió a las grandes ligas. DeMarco llegó a esta frontera solo en su adolescencia de su natal Los Mochis, Sinaloa, porque quería aprender boxeo. Llegó al gimnasio del Crea con la familia Quirarte, donde aprendió el ABC del boxeo, desde caminar hasta cómo tirar golpes.
Su triunfo también hace despegar a una generación muy interesante de boxeadores tijuanenses, que desde su inicio en el profesional llamaron la atención, entre ellos están David De la Mora, Marvin Quintero y Juan Pablo "Cheché" López.
DeMarco es yerno del doble ex campeón mundial tijuanense Raúl "Jíbaro" Pérez y nieto político de su entrenador, el legendario Rómulo Quirarte. Su abuelo y un tío también fueron púgiles profesionales. El boxeo, pues, ha rondado su vida incluso mucho antes que naciera.
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