Nueva York, 16 jun (EFE).- A sus 69 años, la brasileña Neide Ambrosio se ha lanzado al mundo de la moda en Nueva York con su pequeña empresa de bolsos y carteras, en la que emplea a mujeres pobres y en la que quiere involucrar a las presas de una cárcel de Río de Janeiro.
Ambrosio utiliza como materia anillas de latas, que recoge en las playas y calles de Río junto a su esposo, y que combina con el tejido para sus creaciones, que son hechas de forma artesanal por mujeres de Río de Janeiro y Sao Paulo, su ciudad natal, que trabajan en sus hogares.
Según la artesana, son madres solteras, mujeres que han sido abandonadas por sus esposos o que por su edad no encuentran empleo y también chicas a las que quiere mantener fuera de las calles.
"Hace doce años hago este trabajo con comunidades pobres. Empleo a entre 25 y 30 mujeres", que viven en favelas, dijo a Efe la artesana, que el miércoles ganó dos galardones del "Independent Handbag Designer Awards" en Nueva York en las categorías de bolsas de "responsabilidad social" y al "mejor diseño", un premio que se concede por la votación del público a través de la página de la revista InStyle, que auspicia el evento.
Aseguró estar feliz, pero sorprendida porque nunca imaginó que ello ocurriera en su tercera edad y recordó que "la necesidad económica" de generar más ingresos para su hogar -que comparte con su esposo el cantante Manuel Rodrigues- le llevó a comenzar este trabajo que realiza en su hogar.
"Estoy muy contenta, agradecida a Dios, y las personas que respetan mi trabajo", indicó Ambrosio, cuyas bolsos han llamado la atención de personalidades como la actriz Pamela Anderson.
"Comencé sola y luego conseguí una firma que exportaba para mi, creció y tuve muchos pedidos", dijo aún sorprendida Ambrosio, cuyas bolsos, que se pueden adquirir a través de internet, tiene un coste de entre 20 y 200 dólares.
Ambrosio se mudó a Río de Janeiro hace doce años, tras retirarse de su trabajo como contable, porque esa ciudad ofrecía mejores alternativas para su esposo, que también le ayuda en la confección de las bolsas y a distribuir los materiales a las mujeres.
Fue en Río donde conoció a un artesana que le ayudó a mejorar sus destrezas en el tejido de crochet.
"En la escuela no me gustaba el crochet, pero luego, la necesidad económica me llevó a hacerlo", indicó Ambrosio, una mujer humilde y sonriente que generó simpatías entre los asistentes al evento en Nueva York, en el que participó por recomendación de una amiga.
De acuerdo con los organizadores, recibieron solicitudes de 1.200 diseñadores emergentes de EE.UU y otros países y Ambrosio fue una de las 40 finalistas de la quinta edición del "Independent Handbag Designer Awards", entre los que hubo tres de Brasil, cuatro de Colombia, dos de Venezuela y uno de Guatemala.
Entre las colombianas estuvo Adriana Castro, que hace dos años fue una de las ganadoras, tras lo cual se ha convertido en una de las más conocidas diseñadoras latinas de bolsos y carteras.
"Me sorprendió mucho que me nominaran nuevamente después de haber haber ganado el premio en 2009", dijo y se manifestó orgullosa de representar a Colombia con una de sus creaciones.
Su compatriota Ana María Plana también figuró entre las finalistas con una bolsa hecha en tela confeccionada por indios Kunas de Colombia y Panamá, así como de gamuza y semillas de tawa, explicó la joven diseñadora a Efe.
También se consideró el trabajo de Alice Huang, de California, quien participó en la categoría de "bolsos verdes".
"Elaboro bolsos de piel usando kimonos vintages y trozos de cuero que sobran de otras prendas. La inspiración para crear éste fue mi infancia", indicó.
