
La cinta cuenta la historia de Chiron, dividida en tres episodios claves de su vida con tres actores diferentes, a quienes acompañamos en este viaje. En el primer capítulo se desarrolla durante la infancia de Chiron, viviendo con su madre adicta (interpretada por una fenomenal Naomi Harris) y como poco a poco comienza a descubrir su propia sexualidad. Es aquí cuando conoce a un vendedor de droga llamado Juan (Marhershala Ali) quien se convierte en su figura paterna.

Cuando se aborda su adolescencia es cuando realmente entendemos la sutileza de la cinta, ya que todos los personajes saben que Chiron es "obviamente homosexual" pero eso jamás es evidente para el público. Es un personaje difícil de abordar, pero Ashton Sanders lo hace muy bien y logra empatizar con el espectador a pesar de lo denso de este segundo capítulo. Finalmente en el tercer capítulo vemos a un Chiron adulto (Trevante Rhodes) logra completar este viaje aceptando lo que lleva toda su vida tratando de esconder, pero afortunadamente la escena final de la cinta en la que aparece logra encapsular el sentimiento que vimos durante todo el metraje. Es por eso que después de ver la cinta se queda con uno y realmente logran vender esa idea de la introspección y el viaje hacia el interior de uno mismo.

Como mencioné anteriormente, sería fácil clasificar a esta cinta como un esfuerzo por ser políticamente correcto y ser inclusivo al hablar de que es una gran cinta, pero es una de esas películas que a través de su aparente simpleza encapsula un sentimiento universal muy complejo que no requiere un gran espectáculo para lograrlo.

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