Cuando se anunció el primer spinoff o "historia independiente" dentro del universo de Star Wars, mi interés llegó a una escala desproporcionada donde la expectativa era demasiado alta. Malamente el hacer esto me ha causado una gran decepción en distintas ocasiones, incluso con Episodio VII: El Despertar de la Fuerza, no porque sea mala, ya que la película es buena en general, pero no llegó a la altura de lo que yo me imaginaba como aficionado de la saga. Afortunadamente Rogue One: Una Historia de Star Wars no solo cumple mis expectativas locas, sino que las supera.
De inicio es porque no se siente como ninguna de las otras películas dentro de la saga. Es su propia entidad, sin embargo, mantiene los suficientes elementos para hacernos sentir dentro de este universo, solo que en un tono más oscuro, como lo hiciera El Imperio Contraataca en su momento. Los personajes de la cinta se sienten completamente integrados al mundo creado por George Lucas y forman parte de una historia mayor de manera orgánica, haciendo que fluya la historia sin ningún problema pero a la vez queriendo conocer más de cada uno de ellos.
Precisamente es por la fuerza de cada uno de estos personajes que la película resuena de una manera emocional con el espectador, y es que no estamos viendo personajes legendarios o con poderes mágicos, sino individuos atrapados en una guerra donde nadie es completamente bueno ni malo, todos tienen fallas, ninguno es "bueno" por decirlo de alguna manera. Es ahí donde radica la facilidad de empatizar con ellos, en sus decisiones y en las motivaciones detrás de cada uno de ellos.
Las actuaciones también son excelentes y aportan lo ya mencionado anteriormente para que esta historia funcione. Claro que contiene momentos cómicos, pero si esperan salir riendo de la sala se llevarán una sorpresa. Esta cinta es una tragedia en toda la extensión de la palabra, pero es la antesala de algo mucho más grande. Claro, vemos muchos rostros familiares que ayudan a cimentar el factor nostalgia, como el regreso de actores de las entregas originales gracias a los avances en la tecnología digital, pero también muchas referencias a la rica historia de este universo. Afortunadamente no se sienten forzados y en su mayoría ayudan a que avance la trama.
La labor directorial de Gareth Edwards es sobresaliente, sin embargo, aún tiene algunos momentos que al igual que en Godzilla (2014) se siente poco fluida, pero esto es debido a la escala que maneja. Lo bueno, esto es solo una menudencia que no afecta en nada a la cinta, la cual a pesar de contener grandes secuencias de acción, nunca deja de lado a los personajes. Sufrimos junto a Jyn Erso (Felicity Jones) y Cassian Andor (Diego Luna), reímos con K-2SO (Alan Tudyk) y siempre estamos al filo de la acción con Chirrut Îmwe (Donnie Yen) y Baze Malbus (Wen Jiang).
Esta película se siente realmente como el puente conectivo que hacía falta entre los episodios III y IV de Star Wars, pero a la vez es su propia criatura. Se agradece que en un universo como este con personajes como la familia Skywalker, Obi Wan Kenobi y Han Solo, le den espacio a otros personajes de brillar con su propia luz, expandiendo este universo donde, si usamos esta cinta como referencia, aún quedan muchas historias por contar.
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