La trilogía de El señor de los anillos es una de las adaptaciones fílmicas más portentosas de la historia del cine que, a pesar de algunos obvios ajustes y ciertas libertades creativas, es digna representación de la obra literaria de J.R.R. Tolkien. Su ejecución no ocurrió por simple casualidad, se trata de una muestra de la meticulosidad de Peter Jackson al llevar conceptos a la pantalla grande, así como de su profundo cuidado por representar en el celuloide hasta el ínfimo detalle. No satisfecho con sus logros, el cineasta quiso transportarnos de vuelta a la Tierra Media y qué mejor que con la historia que originó todo: el viaje de Bilbo Baggins.
Esta aventura es muy diferente a las crónicas de la Comunidad del anillo, tanto en tono como en temática, aunque en términos de narrativa son un tanto similares. El relato habla de una época en que no había guerra, cuando todas las razas libres vivían en relativa paz, y es entonces cuando el temible dragón Smaug ataca la capital de los enanos y con su aliento de fuego los destierra por generaciones hasta que el sucesor para el trono, Thorin Oakenshield, decide saldar cuentas y reúne a una comitiva de 13 guerreros para retomar lo que por derecho les pertenece. Por supuesto, el siempre oportuno Gandalf se involucra, y arrastra de paso al célebre hobbit, argumentando que la habilidad del mediano es imprescindible para la misión; así es como Bilbo termina metido en un sinfín de problemas y desventuras que incluyen el encuentro con Gollum y con el Anillo Único.
El Hobbit es otra historia de la Tierra Media, una fascinante pero poco trascendente para el resto de la mitología, fuera de la narración del encuentro de Bilbo con el Anillo de Poder, que es uno de los acontecimientos más importantes de la trama general, ya que de este derivará eventualmente la destrucción definitiva de Sauron. Para Jackson y su equipo de guionistas, en el que por cierto participó Guillermo Del Toro, la traslación fílmica presentó la oportunidad perfecta para crear una auténtica precuela, y en lugar de colocar todos los eventos en una sola producción, la dividió en 3 partes, de las que Un viaje inesperado es la primera. Tal extensión significa que al final, esta nueva trilogía ofrecerá más material del incluido en la novela, por lo que los autores se valieron de apéndices y otros textos del trabajo de Tolkien. Para efecto de entretenimiento, podemos decir que esta cinta resulta un deleite para los más acérrimos fans, pero podría ser poco agradable para el espectador convencional, en particular para la audiencia infantil que tal vez se desespere tras hora y media de escenas llenas de explicaciones.