Mientras los anteriores trabajos llevan un tono sombrío y poco esperanzador, la nueva entrega del director Adam Wingard torna las cosas un tanto más dinámicas e incluso divertidas. Esto gracias al excelente guión de Simon Barret.
La cinta comienza con la imágen de varios tipos vestidos de negro y usando máscaras a punto de entrar a una casa a cometer actos de violencia incoincebibles. Cortamos a los créditos iniciales. Esto es lo que hace que funcione tan bien la película, te preparan mentalmente para algo y al final le dan la vuelta completamente.
La cinta da un brinco al pasado y vamos coociendo a la familia que protagoniza la cinta, desde el principio se nota que no todos se llevan bien, dándole un toque de realismo en las interacciones de los miembros de esta familia. La tensión entre todos culmina en una fuerte discusión en la mesa a la hora de la cena, la cual termina abruptamente cuando una flecha entra por la ventana, matando a un familiar.
Es así que comienza un juego de gato y el ratón muy interesante que nos mantiene al filo de alsiento durante un buen tramo de la película. Hasta ahora todo parecería concordar con la expectativa creada por los cineastas y de repente, las cosas cambian.
Uno de los miembros de la familia no es quien dice ser. No me gustaría hecharles a perder la sorpresa, pero es lo que hace resaltar esta película. En verdad es una cinta que vale la pena disfrutar en cuanto llegue a los cines.
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jorge.guevara@sabdiegored.com
