El monstruo de Ecatepec y su secuaz

Una historia digna para una película de Hollywood

Ecatepec, un municipio conurbado a la Ciudad de México, donde los feminicidios son tristemente frecuentes, se ha conmovido con la noticia de que allí se detuvo la semana pasada al que, de comprobarse sus crímenes, podría ser el mayor asesino serial en la historia de México.

El fiscal del Estado de México Alejandro Gómez se refirió así este lunes al arresto de una pareja mientras transportaban partes de cuerpos humanos en un carrito de bebé y que sospechan pueden estar relacionada con al menos 10 asesinatos.

El miedo se siente en el ambiente. Los parques y sus juegos infantiles están desiertos, las miradas que se cruzan en la calle son de desconfianza. Los padres no dejan salir a sus hijos solos.

El presunto feminicida, llamado Juan Carlos, de 38 años, utilizaba a su esposa, Patricia, de 44, como señuelo. Ella era quien invitaba a mujeres jóvenes a su residencia, un cuartucho de servicio en la azotea de una casa azul de dos pisos, en Jardines de Morelos.

Los investigadores dicen que la pareja guardaba las partes humanas en cubos llenos de cemento y en una nevera, y que algunas partes de los cuerpos las vendía, pero no está claro a quién, también confesó haber abusado sexualmente de algunas de las víctimas antes de matarlas, que vendió sus pertenencias y algunas de las partes de sus cuerpos.

Los agentes de policía dijeron que cuando lo arrestaron, Juan Carlos preguntó si podía bañarse y ponerse un traje antes de presentarse ante los medios de comunicación porque no era "un criminal sucio".

Los que eran vecinos de Juan Carlos y Patricia no quieren hablar con los medios. Los pocos que se atreven, reconocen que tienen miedo. De ellos, la mayoría prefiere no dar su nombre.Es un alivio que hayan atrapado a estos asesinos, pero sabemos que no son los únicos. Podrían ser solo los chivos expiatorios para que las autoridades digan que están resolviendo los feminicidios, un monstruo de enormes tentáculos", expresa uno de ellos.

"Nosotros nunca vimos ni oímos nada. Nos enteramos cuando los detuvieron: teníamos como vecinos a unos monstruos y no lo sabíamos", dice a BBC Mundo Jessenia Cruz, dueña del local.

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