No cabe duda que tanto educación, buenos modales, “don de gente” y profesionalismo, no se compran ni se adquieren por obra y artes de magia. Tendemos a enseñar el cobre cuando nos dan oportunidades que pueden representar coyunturas a nuestras trayectorias, o cuando nos ponen en posiciones de poder.

Así las cosas en el Ayuntamiento de Tijuana y no, no se trata del Alcalde, sino la que fuera hasta hace algunas horas su Directora de Comunicación Social, la reportera, porque volverá a serlo, Maricarmen Flores.

Antes que ella muchos distinguidos y bien reputados profesionales de la comunicación ocuparon su lugar. Maricarmen logró el poco honroso récord de menor tiempo en el cargo, apenas 6 meses, y no ha sido por tener a la mano una mejor oportunidad profesional que le signifique crecimiento económico o de trayectoria. Sale despedida.

Fue vergonzosa la escena de su salida, tuvo que hacerlo como, dicen coloquialmente, por la puerta trasera.

Fue negligente y nefasto su paso por la sede del ayuntamiento. Muy grande le quedó el cargo. Ni el eco quedó de las palabras que le dirigió a Juan Manuel Gastélum. “Yo lo haré ganar de nuevo, conmigo va a repetir como Alcalde, de eso me encargo, ya verá”.

De no ser por el área que atiende redes sociales, no se sabría nada de las acciones de la Alcaldía de Tijuana ya que delegó todo el trabajo a esa área mientras ella se la pasaba tranquila en eventos sociales.

Evidencia de su poco eficaz trabajo es que la presencia y labor de Gastélum ha pasado, para muchos, desapercibida. No tuvo el tino ni para aconsejar al presidente sobre cómo dirigirse inteligentemente ante medios y sociedad. Ya hemos dicho como en redes sociales lo han definido como “el no-alcalde” por su falta de presencia. Bien, esta era una de las responsabilidades de Maricarmen.

VÍDEO: Maricarmen Flores al servicio del Presidente Municipal.

No tiene de otra más que regresar al mundo de los medios y de los reportajes y, vaya, que no espere encontrar las cosas como las dejó pues el prestigio que tuvo lo tiró por la borda ante la soberbia de la forma en que ostentó la Dirección que no supo mantener. Sabido es que a todos trató con la punta del pié y de su lengua, pues gustaba de gritar y maltratar a los representantes de los medios de comunicación.

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