Elecciones

Julián Leyzaola es la mano firme que Tijuana necesita

La ciudad quiere la paz de regreso

Tijuana tiene el lamentable primer lugar en el ranking de ciudades violentas. Esto, visto solo en las épocas que el narco arraigó en la localidad, cuando el cártel de los hermanos Arellano Félix sentó sus reales en la ciudad.

Muchos de los que vivimos las décadas de 1980 y 1990 podemos recordar cómo se puso de moda y a la orden del día enfrentamientos entre ejército y policía contra el cartel y asesinatos tipo ejecución por sicarios del mismo provenientes incluso del otro lado de la frontera.

El barrio Logan de San Diego fue proveedor de gatilleros. También atestiguamos el surgimiento de una generación perdida de jóvenes que recibieron el mote de “narcojuniors” por la condición y clase socioeconómica a la que pertenecían. La etiqueta ha trascendido ya la historia reciente de la ciudad.

A esta primera expresión de violencia le siguió otra peor: la de 2007-2009, generada ahora desde el Estado Mexicano, conocida como “la guerra contra el narco”. El enfrentamiento fue frontal, el resultado todavía inconcluso e incierto. En pleno 2019 vivimos un efecto colateral de la reorganización que los carteles de la droga tuvieron a consecuencia de esa guerra.

Tijuana y Ciudad Juárez fueron dos de las ciudades más sacudidas por estas guerras. Un común denominador de ambas, el personaje al que le tocó hacer frente al conflicto en ellas: el Teniente Coronel Julián Leyzaola Pérez.

Durante el trienio de Jorge Ramos Hernández fue invitado como Director de la Policía siendo Secretario de Seguridad Pública Municipal Alberto Capella. Por los pobres resultados de éste, que llevaron los índices de criminalidad hasta un 80%, fue que Leyzaola fue ascendido en la estructura municipal.

De inmediato imprimió su sello a la Secretaría. Su trabajo empezó a hablar por él. Trajo a otro militar, el Capitán Gustavo Huerta, para sucederlo a él en la Dirección del cuerpo policíaco.

La estrategia de Leyzaola fue eficiente. Pacificó Tijuana durante el tiempo que la seguridad dependió exclusivamente de sus decisiones y estrategias. Solo un militar como él podía hacerlo. Insisto: se trataba de una guerra como tal.

Los logros de Tijuana lo llevaron a otra localidad todavía más convulsionada: Ciudad Juárez. El Alcalde de esa localidad lo invitó en 2015 a hacerse cargo del combate a la delincuencia que le daba a la ciudad, en ese momento, el primer lugar en violencia.

Era comparada con lugares como Irak o Afganistán. Leyzaola la limpio. Las estadísticas dicen que bajó la criminalidad en un 85% dejando atrás la deshonrosa corona que portaba.

Lamentablemente, esa la porta hoy Tijuana. Por eso es necesario el regreso del Teniente Coronel pero ahora como Alcalde, que es la posición que busca representado al Partido de la Revolución Democrática (PRD) en las elecciones locales de este año.

De los candidatos que se presentan al cargo solo él puede mirar a la gente sin mentirle. Ningún otro se puede jactar de ello. La prueba está en las amenazas que su persona recibió y, sobre todo, el atentado contra su vida que lo ha llevado a usar con regularidad una silla de ruedas.

Por lo anterior es que la gente lo reconoce. Tijuana es una ciudad que por su discurso negro necesita acciones que no se queden a media luz.

Aunque nos duela, esta ciudad solo se puede ver en blanco o en negro. Es su historia y es su leyenda. Necesita la mano firme del Teniente Coronel. Devolver la paz arrebatada es la que la pondrá de nueva cuenta en el lugar que le corresponde.

Con paz social es posible incrementar los índices de desarrollo humano, recuperar espacios públicos y atraer inversión. El triunfo de Leyzaola es necesario para esto. Ningún otro aspirante puede ofrecer lo que él a Tijuana.

editorial@sandiegored.com

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