La realidad de Tijuana es mucho más compleja de lo que la discusión política vislumbra, más en tiempos de campañas electorales. Si bien es urgente atender los temas de forma y fondo, hay elementos que trascienden a la realidad actual.

Sí, Tijuana atraviesa una crisis de seguridad equiparable solo a la era de la Guerra contra el narcotráfico. Sin embargo, el tema debe ser comprendido desde una óptica histórica.

Tijuana es una localidad impactada desde siempre por elementos externos. Esto, por ser imán para migraciones nacionales e internacionales así como el trasiego de elementos ilegales.

Tijuana es una ciudad disputada por todos. Tanto los que vienen buscando, legítimamente, una oportunidad de vida como aquellos que, por la situación de frontera y las características económicas de la misma, procuran establecer industrias de placeres arriesgados, los cuales suponen al narcotráfico.

Así, una ciudad con las características de la nuestra, es difícil de atender. Por eso la declaración de Sotomayor: el tema no debe ser politizado pues todo esfuerzo que se haga se diluye en su propia realidad. El tema no se resuelve en la demagogia de la campaña política, pues esta será pasajera.

Además, el esfuerzo por la seguridad de Tijuana es de conjunto. El Gobierno Federal decidió abandonar la Guerra contra el narco y permite la entrada de migrantes, de cuyas mayorías o minorías desconocemos las razones para arribar a esta ciudad. Es lo que no estamos viendo.

No es un asunto, el de la seguridad, de corrupción ni ineficiencia, sino de factores internos y externos. La ecuación debe estar equilibrada para que los resultados sean tangibles. El desbalance de la misma es empujado desde fuera. Sotomayor sabe esto pero, por ética personal, no lo discute ni polemiza, sino que lo atiende desde dónde lo debe de atender.

editorial@sandiegored.com