Sociedad

Las islas de Tijuana

Conoce hechos y datos relevantes sobre las Islas Coronados, ubicadas en el Océano Pacifico mexicano

El 5 de agosto del 2017 vi una publicación de Alfredo Ortega Trillo en Facebook respecto de las islas de Tijuana, al ser hermano de Alejandro, compañero mío de la secundaria, lo contacte de inmediato y nos citamos para comentar del tema en los próximos días. Así fue, en la charla me comentó que estaba escribiendo un libro denominado “La bitácora del guardafaros”, que había estado 10 días viviendo en la isla sur y una serie de detalles más, más bien muchos, ya que es muy platicador y el tema de las islas le apasiona. Terminamos la reunión acordando que haríamos un viaje a las islas el siguiente sábado 12 de agosto, estuvo conforme cuando le dije que invitaría a Antonio Frías, un amigo que es excelente fotógrafo y buzo. Nos vimos temprano en Popotla y zarpamos con rumbo a las islas. Alfredo llevaba una cámara, libreta para tomar notas y más cosas en su mochila. Mi hijo Aristeo también nos acompañó, así como los dos hijos de Antonio, quien llevó un par de cámaras y un dron.

Todo esto lo recuerdo porque el pasado viernes 5 de febrero Alfredo pasó al despacho a visitarme y a llevarme el libro del que tanto me había platicado, me dio mucho gusto ver que la foto que aparece en la portada de la publicación editada por el Centro Cultural Tijuana, fue tomada en el viaje que les comenté en el párrafo que antecede, pero más gusto me dio ver la obra terminada, ya que no es fácil escribir un libro. Le dije que lo leería el fin de semana y así fue, aquí mis comentarios al mismo.

“La bitácora del guardafaros” es una novela basada en hechos y datos reales de las Islas Coronados, sí, en plural, toda vez que su nombre es en honor a los cuatro mártires santos coronados: Severo, Severiano, Carpóforo y Victorino, así la rebautizó Sebastián Vizcaíno el 9 de noviembre de 1602, ya que Juan Rodríguez Cabrillo, el navegante europeo enviado por Hernán Cortes 60 años antes (1542), las había bautizado como las “Islas Desiertas”. Mucha gente se refiere a ellas en singular pensado que algo tiene que ver Coronado, esa ciudad vecina nuestra que es parte del condado de San Diego, California, pero nada de eso.

El libro de 146 páginas me pareció un excelente concentrado de la mejor recopilación de información de nuestras islas. De entrada, sabrás que las cuatro islas son parte del municipio de Tijuana, que están localizadas en el Océano Pacifico mexicano a 32 grados latitud norte y 117 de longitud; a trece kilómetros del litoral bajacaliforniano, a siete de la línea divisoria con Estados Unidos y a diez de San Diego. También que la isla sur (la más grande) tiene 3.2 kilómetros de largo y una anchura no mayor a 300 metros, pero también que cuenta con 2 faros, uno en cada punta.

Durante la lectura del texto, Alfredo nos recuerda con detalle los 10 días de su estadía en la isla durante junio del 2006, a la que acudió precisamente para recabar información y escribir la novela, acompañado de una pequeña mesa que colocó en la parte superior de la isla. Mientras se entera uno de todas las peripecias que vivió, sabrás que en la isla no hay agua, que hay muchas víboras de cascabel, como le hicieron para terminar con tanto chivo que había, el grupo de chinos que quedaron varados ahí, también que durante la década de los 20’s, cuando la “ley seca” estaba en vigor en el país vecino, la isla sur tuvo mucho movimiento, se dice que incluso desde ahí salían en lanchas rápidas las barricas de licor que se introducían de contrabando a California, las que llegaban a Ensenada procedentes de Canadá. Incluso se deduce que Al Capone financió las operaciones de trasiego de licor y que las visitó.

Se resalta en la publicación que en los años 30’s operó un hotel de dos plantas, con 60 habitaciones, que contaba con mesa de juegos, restaurant y cabaret denominado “Coronado Islands Yacht Club”. Los inversionistas fueron Mariano Escobedo González y Manuel Metions, quienes obtuvieron del gobierno mexicano la concesión para explotar el sitio, seguramente lo hicieron con la idea de atraer a los visitantes a una exótica isla mexicana, cercana a su país donde se podía beber alcohol y pasar un buen rato apostando en las mesas de juego, en esa época en Estados Unidos estaba vigente la “ley seca”. Además, que seguramente veían que el Complejo Agua Caliente, donde operaba el Casino de Tijuana, era todo un éxito y competía con el Casino Montecarlo de Mónaco, que era el mejor del mundo en esa época.

En la publicación se advierte que se tiene el registro de varios artistas de Hollywood y empresarios importantes de California los que visitaron el hotel y casino que operó en las islas tijuanenses, incluso menciona sus nombres, pero también nos dice que la afluencia al Casino bajó considerablemente cuando se firmó la enmienda que abolió la “ley seca” el 5 de diciembre de 1933. Aunque la puntilla se dio cuando el Presidente Lázaro Cárdenas prohibió el juego en México, lo que sucedió en enero de 1935, lo que pudo haber sucedido para afectar a su antecesor, el Gral. Abelardo L. Rodríguez, quien como sabemos fue socio del Complejo Agua Caliente y promotor del juego en nuestro país, pero además era cercano a su paisano sonorense, Plutarco Elías Calles, quien era enemigo de Cárdenas.

La amena lectura de esta novela bien escrita por Alfredo Ortega, también nos revela que después de que el casino de las islas dejó de operar, un par de americanos lo seguían promocionando y rentando sus habitaciones, por lo que el Gobierno de México envió a un grupo de soldados a poner orden, a quienes después sustituyeron por unos marinos, quienes desde hace más de 60 años resguardan la soberanía de las islas acompañados del guardafaros, quien por épocas contó con un ayudante. Arturo Sumuano Savin fue el último guardafaros de nuestras islas en virtud de la implementación de un “sistema de información moderno del señalamiento marítimo”, dejó la isla sur de las coronados en el 2017 y con él, se fue la práctica de apuntar todas las novedades del día en la bitácora correspondiente.

Muy poca gente sabe que durante la segunda guerra mundial se estrelló un avión en una de las islas, aquí transcribo lo que la bitácora del guardafaros refiere de los hechos:

Islas Coronados, 17 de octubre de 1944.

Tengo el honor de informar a usted que hoy a las 5:45 calló en la parte media de esta isla un avión militar tipo catalina el cual conducía 15 hombres, habiéndose quedado todos muertos y quemado la mayor parte del aparato.
El C. Teniente comandante de la partida dio aviso a la 2da. Zona Naval Militar y a las 10 horas vinieron 3 lanchas rápidas de San Diego y recogieron todos los muertos.

Firma Miguel Ortiz García, guardafaros.

Pero también poca difusión se le ha dado al hecho que la isla sur fue bombardeada durante un ejercicio militar por un navío de la marina americana, el 28 de junio de 1943, la embarcación era comandada por Ron Hubbard, quien fue objeto de una fuerte amonestación por sus superiores e incluso removido de su encargo, derivado de la enérgica protesta del gobierno mexicano. Después de la guerra mundial, Hubbard cobró mucha notoriedad porque escribió varios libros famosos sobre Dianética y Cienciología.

“La bitácora del guardafaros” también nos enseña que las coronados cuentan con una fauna que incluye varias especies de aves propias de las islas, como los mérgulos de Xantus, que es una especie de pingüino chiquito con alas capaces de volar, debido a su plumaje blanco y negro, de pata corta y su modo de nadar bajo el agua, es nocturno y es único en el mundo. También anidan gaviotas, alcatraces, las aves acuáticas denominadas cormoranes, petreles y pelícanos, sobre todo el pelícano café, ese que se clava al mar por su presa, pero también llegan varios tipos de patos y muchas otras aves migratorias a lo largo del año.

Desde el 7 de diciembre del 2016 se publicó en el Diario Oficial de la Federación que las islas están siendo consideradas dentro de la Reserva de la Biosfera "Islas del Pacífico de la Península de Baja California” y por tanto están a cargo de la CONANP, Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Lo que no impide que uno pueda darse un paseo en lancha y ver la gran colonia de focas y lobos marinos que han hecho de las islas su hábitat natural, con suerte y hasta elefantes marinos se pueden divisar. Además de un buen número de aves de varios tipos y tamaños.

Considero que el libro debe ser leído por todos los jóvenes tijuanenses porque es necesario que tengan más conocimiento de su ciudad y de su historia. Además, creo que debemos valorar que tenemos cuatro islas: la isla sur (la más grande), la isla norte, la isla media y el pilón o terrón de azúcar, como le llaman a la más chica, la que se ve blanca porque está cubierta de huano de las aves, pero, sobre todo, porque Tijuana es de las pocas ciudades de México que tienen islas.

Termino recomendando ampliamente la lectura de “La bitácora del guardafaros” porque destaca partes importantes de la historia de Tijuana poco conocidas, como las arriba mencionadas y otras más, como el hecho de que se tiene registrado el nacimiento de varios niños en las islas, que fallecieron varias personas y, en consecuencia, ahí hay un pequeño cementerio. En si la publicación está bien documentada y por ello, se convierte en fuente de información que enriquece nuestra cultura.

Texto de Álvaro Montaño Rubio (Autor de “Welcome to Tijuana”)
Las fotografías son de la autoría de Antonio Frías.

PD. El libro lo encuentran en Librería El Día y en el CECUT.

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