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Daniel de la Torre, el locutor que perdió la voz y escribió un libro inspiracional

El comunicador bajacaliforniano lanzó su primer libro “El locutor que perdió la voz y aprendió a comer cebolla”

Hablar de Daniel de la Torre implica referenciar su gran labor como comunicador, maestro y forjador de talentos en Baja California. Su escuela de locución “Radio Media”, la cual cumple ya 20 años, ha sido la institución educativa por la que mucha gente amante del micrófono pasa para cultivarse y adquirir habilidades en el ámbito radiofónico. En el medio todo mundo conoce a Daniel, y si no, por lo menos ha escuchado hablar de él, de sus enseñanzas, su trayectoria y de la gran calidad de ser humano que es.

Por ello destaca el lanzamiento de su primer libro: “El Locutor que Perdió la Voz y Aprendió a Comer Cebolla”, una emotiva y conmovedora publicación que sin dudas servirá como medio inspiracional para miles de personas que atraviesan por una situación difícil e incluso al borde la muerte.

Imagina lo siguiente: ¿Cómo sería tu vida si no pudieras hablar ni entonar siquiera una palabra? Probablemente te sentirías aislado, triste, desencajado y te quitaría una parte importante de tu identidad; ahora extrapola eso al terreno de un locutor cuya voz es su instrumento de trabajo, un medio para transmitir sus emociones, experiencias y que es su talento más preciado, ¿qué pasaría? seguramente lo que sucedió con Daniel de la Torre: Escribir un libro.

En entrevista para San Diego Red, tuvimos la oportunidad de hablar con el famoso comunicador quien nos compartió de qué trata su primera publicación.

En mi libro narro un episodio de salud que me tuvo al borde de la muerte y obviamente perdí mi instrumento de trabajo principal que es la voz, fue un periodo muy difícil para mí. Lo recuerdo muy bien, fue un 24 de febrero del 2019, el día de la entrega de los premios Óscar, cuando Roma estaba nominada a mejor película. Ese día íbamos a hacer una reunión en mi casa con un grupito de amigos. Yo despierto a las 8 AM y lo primero que sentí fue un dolor muy fuerte en la espalda y no podía respirar. Trato de levantarme de la cama y mis piernas no me respondían.
Le marco a mi agente de seguro médico y le digo que me siento muy mal, ella se ofreció a pasar por mí y le dije que no, que yo podía manejar o si no iba a tomar un Uber. Pedí un Uber y me mandó directamente al hospital. Al llegar me hacen todas las pruebas, de sangre, tomografías y radiografías. El doctor especialista me dijo: “¿Sabes qué Daniel? Está muy fuerte tu situación, estás muy grave, tus pulmones están al borde del colapso, hay una infección muy fuerte y lo único que podemos hacer para combatir esa infección es inducirte a un coma".

El locutor explicó que jamás se imaginó todos los problemas que vendrían después derivados de esta intervención médica pues no solamente no pudo hablar sino perdió un peso considerable al punto en el que se vio al espejo y lucía irreconocible. A pesar de ello, Daniel se mantuvo esperanzado de lo que estaba por venir e incluso le dijo al médico que lo intubara después de saber si la cinta Roma había ganado el Óscar, actitud positiva que alegró al doctor, pues le comentó a Daniel que eso era necesario para sobrellevar la etapa. Lo cierto es que las esperanzas de salir con vida de aquella intervención eran mínimas.

Yo ya había arreglado papeles, porque uno debe estar preparado para todo. Tanto podría yo despertar del coma, como no, y fallecer en uno o dos días si no cedía la infección muy fuerte que estaba en mis pulmones. Lo único que me dijo fue: “¿Quiere que venga un sacerdote?” y le contesté: “¡No! siento que aquí voy a quedar".

Daniel ahondó en el origen del problema que lo llevó a pisar el hospital en primera instancia.

Fue una gripe y una tos mal cuidada. Súmale de que no te cuidas bien, no te alimentas correctamente, no haces ejercicio y el estrés acumulado de tanto trabajo, porque yo me dedicaba a ocho actividades al día, fue como una olla exprés que explotó y se reflejó en este episodio tan feo en mi vida.

Después de ser inducido al coma y permanecer en esa condición por siete días con un respirador artificial con un duro tratamiento para sobrellevar la fuerte infección en sus pulmones, Daniel finalmente logró despertar del sueño, “luego estuve alrededor de 30 días más en terapia intensiva, intermedia y después en piso”.

Narró que se sintió bendecido por tener la oportunidad de sobrellevar esta experiencia cercana a la muerte.

“Ahorita gracias a Dios aquí estoy por algo, creo que alguna explicación lógica debe tener, siento que Dios me tiene algo deparado por ahí”.

Al cuestionarle sobre si en algún momento se sintió temeroso de perder la vida, dijo:

¿Sabes? Nunca le he tenido miedo a la muerte, siempre la he visto como algo muy natural. He vivido muertes de personas muy queridas, mi papá murió cuando yo tenía 15 años, mi mamá murió cuando tenía 30, amigos muy cercanos han fallecido. Entonces yo ya lo veo como una transición, como una etapa muy bonita y lo comprobé en este estado de coma. Una paz increíble, tu cuerpo se relaja, despiertas con una perspectiva completamente distinta, tu vida cambia absolutamente, pero nunca sentí miedo. Dije: “Si Dios tiene esto deparado para mí no pasa nada, yo ya viví, ya viajé, ya disfruté”. Yo todo lo dejé por escrito, hasta a quien le dejaba el perro, imagínate. Lo dejé estipulado.

Un impacto muy profundo, cuya imagen será difícil de borrar y que funge como recordatorio de lo que vivió, fue cuando Daniel se miró al espejo después de despertar del coma.

Me dio mucha tristeza, me dieron ganas de llorar, una angustia terrible de verme flaco, era un viejito de 75 años con mi piel toda arrugada, toda flácida, mi piel tenia un color todo morado, tronadísimo, no podía caminar ni me podía levantar al baño.

Luego de vencer todos los pronósticos, Daniel tendría que luchar una batalla más contra el obstáculo más difícil, la razón que le dio el nombre al libro y que lo llevó a pasar por una fuerte depresión: perder la voz.

Gracias a la intubada se me daño una cuerda vocal, se paralizó, yo no podía hablar, eso me llevó a una depresión. No tanto la enfermedad de la neumonía, no tanto el no poder caminar bien, porque tardé muchos meses en poder pararme, era un temor ir al baño por miedo a caerme; no, me preocupaba perder la voz.

Tras meses de terapia y una gran fuerza de voluntad impulsada por el deseo de vivir, Daniel pudo salir adelante, volver a caminar y poco a poco recuperó la voz.

El locutor agradeció a amigos cercanos, familiares y personas que lo ayudaron durante todo el proceso, pues varios gastos imprevistos se presentaron y no había solvencia suficiente.

Gracias a las redes sociales la gente de Tijuana se movió como no tienes idea para conseguir recursos porque no había pasado mi seguro médico y necesitaban un deposito en efectivo muy fuerte para poder atenderme del coma, como una garantía que todos los hospitales piden. Afortunadamente el seguro me lo pagó casi todo, pero tuve que vender mi restaurante para pagar unas deudas. La gente cooperó inmediatamente, hubo ventas de donas, desayunos y conferencias porque las terapias no te las paga el seguro médico.
Me doy cuenta ahorita en la vida, a estas alturas, que quizás he hecho algo bien porque no sabía que era una persona tan querida hasta ver tantas reacciones en redes sociales y tanta gente se movió para ayudarme a mí ¡aun sin conocerme!, y eso créeme que voy a estar agradecido todo lo que me reste de vida porque yo no esperaba esa respuesta.

Durante la charla, Daniel aludió a una loca regresión que tuvo mientras estaba hospitalizado, una vida pasada de algo sucedido hace 300 años que pudo recordar.

Yo era un desmadre total, lo que se conoce como un junior actualmente que le encantaba la fiesta, que hacía muchos ‘partys’ y que en las reuniones daba todo el alimento a base de cebolla, por eso lo primero que hice al despertar de ese coma fue pedir unos tacos de carne asada de El Poblano con cebolla, y yo no comía nada de cebolla.

La experiencia dotó al locutor de mucha fe y esperanza.

Ahora creo en la reencarnación, si antes creía en Dios ahora creo más, en una fuerza divina y en la fe, independientemente de la religión. Si tú tienes fe eso es lo más importante.

Daniel de la Torre reflexionó sobre las enseñanzas que esta situación le dejó, dejando atrás rencores y expresando sentimientos que no sabía cómo manifestarlos.

Yo tenía un carácter muy explosivo, era muy enojón. Ahora veo las cosas desde otra perspectiva y difícilmente alguna cosa me va a sacar de mis casillas. Ya no me preocupo tanto por lo económico, por la apariencia o por cuanto trabajo tengo. Me la llevo tranquilo disfrutando una buena entrevista, una buena compañía, una buena cena, ¡a gusto! Ese es un Daniel de la Torre nuevo, renovado completamente en el que aprendí a pedir perdón a muchas personas por mi carácter. He abrazado a mis amigos y les he dicho que los quiero e incluso he llegado a llorar con una película.

Al preguntarle cómo se fue construyendo la idea del libro y las cosas que recuerda de haber estado internado, Daniel dijo:

Mientras estuve en el hospital no podía hablar, así que tenía una libretita y comencé a escribir cosas que yo necesitaba. Tuve muchas horas ahí solo, cuando estaba en terapia intermedia y solo personas muy cercanas podían visitarme. Redactaba las memorias de mi coma. Todo fue lúcido, lo recuerdo perfectamente bien, recuerdo quienes estaban presentes en mi sueño. Cuando me visitaban no sé quiénes estaban ahí, pero yo sentí que tocaban y decían que me movía, así que era una esperanza más de que la iba a librar.

Aunque su propósito inicial era guardar sus memorias para sí mismo, el impulso de escribir un libro y compartir lo que vivió llegó desde una fuente externa.

Hay un coach, un escritor aquí local, Rodolfo Michel, que tiene una editorial en conjunto en Guadalajara llamada El Gran Viaje y me dice: “Oye Daniel, ¿no te gustaría participar en un colectivo de historias del encierro? (relacionado al Covid-19) Eres columnista del periódico Frontera, escribes muy padre, de música…” y dije “¡órale, venga!, pues no estoy haciendo nada”. Gracias a eso se publica un libro y me quieren conocer de la editorial porque les encantó lo que redacté, les gustó mucho mi historia y me dijeron: “¿No te gustaría escribir un libro?”, y ahí comenzó. A veces uno necesita un empujoncito. Me dieron una libertad para contar lo que yo quería contar. “Esto va a mover a mucha gente porque lo que estas contando es muy conmovedor y creemos que puede ser muy motivador para muchas personas que han pasado por duelos”, me comentaron, y dije: “Lo voy a hacer”.

Daniel de la Torre escribió “El Locutor que Perdió la Voz y Aprendió a Comer Cebolla” desde abril hasta diciembre del año pasado. En tan solo dos semanas el comunicador ya ha logrado vender doscientos libros tanto en formato físico como en digital.

Son 150 páginas, hice un libro cortito porque quiero que la gente, cuando lo tenga en sus manos, lo lea de una sentada, por su duración me basé mucho en el libro de ‘Aura’ de Carlos Fuentes.

El costo del libro es de 250 pesos en formato físico y 150 pesos en formato digital. Puedes adquirirlo visitando las redes sociales de Daniel de la Torre y escribiéndole un mensaje.

Te compartimos sus cuentas oficiales:

Facebook: Daniel de la Torre Radio y Prensa y en Instagram #danieldelatorretj


Puedes ver la entrevista completa aquí y parte de la charla en video a continuación:

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