¿Quiere usted saber la receta para cavar una tumba política en pocos y sencillos pasos? Fácil, pregúntele al PRI de Baja California. De estar en los cuernos de la luna se derrumbó hasta colocarse en la antesala de una derrota de antología en la próxima elección federal. Cocinar el pastel de la hecatombe requiere tan solo unas cuantas cucharadas de cizaña interna, varias tazas de apoyo a causas impopulares, un aderezo de pérdida de liderazgo y como cereza una elección interna transformada en guerra civil. Con puros autogoles el PRI está construyendo una derrota sin que sus adversarios políticos hayan tenido que despeinarse demasiado.

Cuestión de hacer un poco de memoria. La noche del 1 de julio de 2012, cuando se confirmó el triunfo de Enrique Peña Nieto y el PRI arrasó en Baja California casi con carro completo en las diputaciones federales, los militantes tricolores sonreían y se relamían los bigotes imaginándose el festín que se darían en las elecciones del 2013. Nadie dudaba que los priistas se llevarían de calle la elección estatal y recuperarían Baja California. Con el PAN golpeado, caído a un humillante tercer lugar en la elección del 2012, sin un liderazgo local definido y con muchos precandidatitos pequeños disputándose la bandera, parecía algo sencillísimo que el PRI les ganara en 2013.

Evalúelo usted mismo ¿Cómo lucía el PRI de Baja California en el verano de 2012 y cómo luce ahora? Mírelo: un año y medio después está irreconocible. El fracaso es a veces cuestión de método y perseverancia. El PRI de Baja California siguió todos los pasos necesarios para dilapidar su capital político en el menor tiempo posible. ¿Pero cómo operó esta catástrofe? Cuestión de seguir el recetario.

Sentirse ganador sin haber ganado nada y sabotearse internamente

Aunque la candidatura de Fernando Castro Trenti no estuvo exenta de cuestionamientos y asegunes, en el PRI actuaron como si la elección de 2013 ya estuviera ganada. Concentraron su estrategia en comprar opinión pública y generar un ambiente de triunfo anunciado. La mayoría de los medios bajacalifornianos fueron castrotrentistas en 2013 y dio la impresión de que el propio candidato se creyó el ambiente y el ánimo que él mismo compró. El problema fue que mientras los "líderes de opinión" bajacalifornianos le negaban toda posibilidad de triunfo a Kiko Vega, en medios nacionales se hablaba del nulo apoyo económico del CEN priista a la candidatura de Castro Trenti y en Baja California los hankistas no disimulaban su aversión al abanderado, a quien nunca dejaron de considerar traidor. Para colmo, su descarado candidato palero, Felipe Ruanova, restó votos en lugar se sumarlos. Pese al ambiente de triunfalismo que intentaban vender, en radio-pasillo priista ya se cocinaba la inminencia del voto cruzado del hankismo: Jorge Astiazarán para alcalde, Kiko Vega para gobernador

Perfeccionar el arte de ser mal perdedor

Tragando sapos y con Los Pinos haciendo "manita de cochi", Fernando Castro Trenti tuvo que salir a reconocer la derrota. Hay que decirlo: el montaje armado en el Hotel Lucerna fue terso, suavecito, casi creíble. El candidato perdedor concluyó con un "no pasa nada" que sabía a derrota digerida, a reconciliación, a borrón y cuenta nueva. Nada más falso. En el priismo bajacaliforniano las heridas estaban abiertas y sangrantes.

Una sola palabra flotaba en el ambiente: Traición. En el PRI jamás digirieron la derrota del 2013 y no ha habido ni siquiera algo parecido a la cicatrización. Ocho meses después las heridas no solamente siguen abiertas; ahora están infectadas y arrojan pus.

Aceptar el papel de rey feo y representarlo a la perfección

En el PRI bajacaliforniano no supieron presupuestar la ráfaga de impopularidad que se les vendría encima con la catarata de reformas impulsadas por Enrique Peña Nieto. La reforma fiscal y concretamente la homologación del IVA en la frontera fue el acabose. Fueron incapaces de dimensionar el escenario de crisis y diseñar una estrategia para enfrentarlo. Los héroes ciudadanos fueron los opositores a la homologación mientras que los tricolores asumieron muy pronto el rol de malos de la película. Pareció que a los priistas les gustó el papel del rey feo del carnaval y decidieron representarlo de la forma más chocante e impopular posible, poniendo a defender lo indefendible a Chris López, el mayor damnificado político de las reformas peñistas en Baja California. La forma pusilánime e indecisa en que enfrentaron el tema les cobró una altísima factura en capital político de la que difícilmente podrán recuperarse de aquí al 2015.

Carencia de liderazgos y chamaqueos

Una pregunta: ¿Quién es en este momento la figura líder del PRI en Baja California? Fernando Castro Trenti está a miles de kilómetros de distancia y parece que no se resigna a su jaula de oro diplomática, pues sus declaraciones y comunicados no tienen que ver precisamente con temas de diplomacia o geopolítica sudamericana, como correspondería a alguien de su rango, sino pura y vil grilla local bajacaliforniana. Podría pensarse que en su calidad de futuro presidente del Congreso, René Mendívil ejerce ese liderazgo desde su curul, pero el diputado parece un huerfanito sin Castro Trenti y da la impresión de que hasta para ir al baño llama a Buenos Aires para pedir permiso. Jorge Hank Rhon parece muy contento con "su" alcalde en Tijuana y muy a gusto en su luna de miel con Kiko Vega. En su calidad de alcalde del municipio más importante Jorge Astiazarán podría ser la figura líder, pero el doctor, para bien o para mal, no es un político. Cuando alguien inexperto y sin malicia conduce un barco, lo común es que su segundo de a bordo sea un viejo lobo de mar con colmillo retorcido, pero el secretario de Gobierno Bernardo Padilla parece tan inexperto y "chamaqueable" como su jefe. Ni hablar del síndico Arturo Ledesma, junior y petulante. El XXI Ayuntamiento es un kínder. ¿Quién es entonces en este momento la figura líder del PRI en Baja California? Nada por aquí, nada por allá.

Una carrera con muchos ponis flaquitos

Cuando un partido pierde cohesión, peso y liderazgo, empiezan a sobrar los personajes medianos o pequeños que se sienten con la capacidad para conducirlo. Para dirigir el PRI en Baja California sobran los tiradores, pero no se ve una sola figura con el peso y el tamaño para echarse el partido al hombro. Carlos Barboza por el lado de los hankistas y en un principio de Enrique Acosta por el grupo de Castro Trenti parecían ser los dos caballos de batalla, pero ahora resulta que en la puja también se han anotado el polémico Eli Topete por el lado de los "diablos", el tremendo "Rey del Tamal" José Osuna Camacho, el viejo Pancho Domínguez, el ex diputado Carlos Murguía y hasta el ex alcalde de Tecate Javier Urbalejo, entre otros. Por ahí también levanta la mano David Saúl Guakil por el lado del grupo afín al ex alcalde Carlos Bustamante.

Así de escuálida está la caballada. Claro, por buenos deseos no paran los tricolores, pero a la hora de la hora lo más posible es que la lista se reduzca cuando los alebrestados sean llamados a disciplinarse o alguna cargada acabe de inclinar la balanza, aunque así a simple vista y a ojo de buen cubero, se ve un río muy revuelto y cuesta trabajo creer que el relevo pueda llevarse a cabo en términos amistosos.

Castro Trenti y Hank no caben juntos en el mismo partido

Por si alguien todavía lo dudaba, ahora sí ha quedado claro que la guerra entre Jorge Hank y Fernando Castro Trenti no es una leyenda urbana o un invento de las columnas. Hankistas y diablos simplemente son agua y aceite y sus diferencias parecen haberse ensanchado hasta niveles abismales. Durante años los hankistas culparon a Castro Trenti y los suyos de haber vendido la elección del 2007, pero ahora los castrotrentistas no bajan de traidor a Hank y hasta han inventando el término phankistas. Cuando dos figuras no caben juntas en el mismo partido, lo natural es que una de las dos se vaya con su grupo a buscar candidaturas en otro partido, pero ni Hank ni Castro Trenti se irán del PRI. Seguirán metidos los dos en el mismo corral, disputándose con uñas y dientes su control. Confinado en su exilio de lujo en el barrio bonarense de Belgrano, al embajador mexicano lo consume la ansiedad y no deja de marcar la clave 664. El Diablo no ha soltado el control del comité priista desde hace casi dos décadas y sabe bien que si su enemigo se lo gana, pocas posibilidades tendrá de colocar alfiles en las elecciones de 2015 y 2016. Por si fuera poco, el fuego amigo de la administración de Astiazarán contra el ex alcalde Carlos Bustamante y lo mal parada que quedó la administración del 20 Ayuntamiento, ponen en evidencia el tamaño de los boquetes del barco tricolor.

¿Qué dice la bola de cristal?

Aunque jugar a ser Nostradamus suele ser mal negocio, la lógica apunta a que el PAN está ante su oportunidad de oro de lograr una victoria aplastante en las elecciones intermedias de 2015 y retomar el control de las diputaciones federales. Si la memoria ciudadana no es afectada por un golpe de amnesia y los panistas no cometen alguna pifia grosera, el votante bajacaliforniano cobrará alta la factura del IVA homologado. Ojo, si bien el PAN bajacaliforniano no ha tenido tropezones significativos en los últimos meses, lo cierto es que tampoco se ha sabido poner el traje de héroe ni es un derroche de popularidad. Más bien parece que por ahora nadan de muertitos o andan amodorrados en su zona de confort, lo cual puede ser muy peligroso para ellos. Basta un traspié para echar todo por la borda.

El único azul que aprovechó la cresta de la ola y supo surfear como defensor ciudadano, fue Juan Manuel "El Patas" Gastelum, que se colocó como la antítesis de Cris López asumiendo el papel de justiciero y peleador. Los demás parecen estar medio dormidos. La elección de consejeros fue un buen termómetro para medir como anda la "onda grupera" panista, pero necesitarán algo más que las pifias y los conflictos internos del rival para poder soñar con el carro completo. Lo interesante vendrá en la elección de 2016, cuando se renueven alcaldías y el Congreso local. Ahí se verá si de verdad hay luna de miel entre el Gobierno del estado y los hankistas. Por ahora el PRI parece empeñado en seguir paso por paso el recetario para cavar su tumba política tan rápido como sea posible. Pero ojo, la desmemoria ciudadana opera prodigios y hasta los muertos pueden levantarse de sus tumbas. DSB

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