CIUDAD DE MÉXICO.- México revivió ayer un año más la pasión y muerte de Cristo en la representación que se llevó a cabo en el barrio capitalino de Iztapalapa, una de las celebraciones más antiguas que se realizan en México durante Semana Santa.

Este fue el 171 año en que se realiza el viacrucis en Iztapalapa, un barrio con unos 3 millones de habitantes que para estas fechas se vuelca con el fin de representar este acto de fe católica con miles de actores aficionados, incluidos los extras.

De acuerdo con portavoces del Comité Organizador, desde el jueves, cuando comenzó la parte previa de la representación, y la culminación de ayer cerca de dos millones de personas fueron testigos de la celebración religiosa en las calles del barrio.

En 2012, el Gobierno del Distrito Federal declaró la Semana Santa de Iztapalapa como Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México, paso previo para solicitar el reconocimiento de la Unesco.

El encargado de coordinar los eventos, Jorge Ávila, dijo a Efe que, este año existe "el ánimo y la esperanza" de que la Pasión de Iztapalapa sea declara por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

Esa designación, según sus organizadores, no solamente ayudará a renovar la fe, sino también a atraer más turistas nacionales y extranjeros.

"Desde que se nombró esta celebración Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México ha crecido bastante el número de asistentes, y eso nos ayuda, porque así crece el interés de turistas y católicos de otros países a venir a conocerla más", coincidió Antonio Caro, un joven de 23 años y que participa desde hace once años como actor en esta celebración.

El joven, oriundo de Iztapalapa, recordó que la escenificación de la Semana Santa en este lugar surgió a raíz de una epidemia de cólera que azotó a la población en 1843, habitada entonces por unas 20,000 personas, en su mayoría indígenas.

Según datos históricos, los pobladores de Iztapalapa, que entonces no era barrio sino un pueblo vecino de la capital, decidieron realizar esta escenificación religiosa como acto de fe para que Dios pusiera fin a esa epidemia.

Desde entonces sólo pueden actuar en la representación los habitantes de los ocho sectores tradicionales de esta demarcación, reconocida como una de las más católicas, pero también de las más violencias.

En esta 171 escenificación el cuerpo de actores estuvo integrado por unos 4,500 actores locales (275 principales y 4,500 extras).

Desde temprana hora comenzó la caminata por las principales calles del barrio, en un recorrido de unos ocho kilómetros, de jóvenes nazarenos que, ataviados con una túnica morada cargaron cruces de diferentes tamaños.

Uno de ellos era Jonathan Erick González, de 20 años, quien cumplió este año diez seguidos de participar como nazareno, cargando una enorme cruz y descalzo. Su mayor ilusión, según cuenta, es que el siguiente año lo escojan en el papel de Cristo.

Más tarde, hombres, jóvenes y niños vestidos de romanos (algunos a pie y otros a caballo) salieron a las calles al igual que personas adultas e incluso ancianas, emulando a los judíos.

Pasado el mediodía, en la plaza principal tuvo lugar, en un escenario, uno de los pasajes bíblicos más representativos, en donde Jesucristo, interpretado este año por Eduardo Guzman, de 31 años, fue presentado a Poncio Pilatos, y una vez sentenciado fue llevado a un cerro para su crucifixión y muerte.

Ya en el cerro, Guzmán "expiró" a las 4:50 p.m. hora local, y más tarde fue llevado al sepulcro habilitado en la plaza Cuitláhuac, mientras caía una llovizna, como suele suceder cada año.

De acuerdo con las autoridades, no hubo víctimas ni incidentes graves en la celebración, aunque sí tuvo un enfrentamiento con un grupo de jóvenes que intentaban a toda costa seguir al lado del Cristo de Iztapalapa.

La edición de este año de la Pasión de Iztapalapa se inició con retraso luego de que esta mañana se registrara un movimiento sísmico de 7.2 grados Richter que creó alarma no sólo en ese barrio, sino en vastas zonas del país.

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jose.sanchez@sandiegored.com