Ya me tienen harto

De que me falten al repeto

Ya estoy harto de que digan que es mi culpa.

Ya estoy cansado de que me maltraten.

Ya estoy hasta la coronilla de que me insulten.

Ye estoy hasta el gorro de que aseguren que sus problemas son causados por mi.

Mi grado de ebullición ha alcanzado su punto máximo y por eso hoy ha llegado mi momento de estallar.

Simple y sencillamente ya estuvo suave.

Aprovechando este espacio editorial yo si me voy a defender de los futbolistas mexicanos que siempre le echan la culpa a la prensa, a los peridistas, a los medios de comuncación, de todo lo que les pasa.

Aunque el gremio periodistico es enorme, en esta columna hablo en primera persona porque muchos colegas no tiene el valor ni el coraje de defenderse ante situaciones que nos denigran como personas y mosnoscavan nuestra profesión.

La gota que derramó el vaso de mi paciencia, que encendió mi ira, que prendió mi coraje, se lo debo al portero de los Rayados de Monterrey, Jonathan Orozco.

La semana pasada, mientras esperaba en un salón a los periodistas con los que iba a intercatuar en una conferencia de prensa, el arquero tomó su teléfono celular último modelo y mandó un texto a su cuenta de Twitter.

"Estoy aburrido y estos imbéciles de los reporeteros no llegan", escribió Jonathan en su cuenta de Twitter, misma que es seguida por miles de aficionados, y claro, por miembros de la prensa.

Este es un ejemplo más de lo que los futbolistas piensan de nosotros, los periodistas, de lo que piensan de mi.

Los futbolistas me consideran un pobre diablo, muerto de hambre.

Creen que me pueden insultar, cuando y donde quieran, porque ellos son millonarios y famosos.

Creen que tienen el derecho de tratarme como lacayo de su reinado.

Para Jonathan Orozco soy un imbécil.

Para Nery Castillo estoy fregado por que él sí ha vivido en Europa y yo no.

Para Pável Pardo, el mal ambiente que se vivió dentro de la selección mexicana lo cree yo como periodista por sennalar lo mal que estaba jugando el equipo.

Para Ricardo La Volpe, hablar conmigo es un dolor de cabeza porque no se nada de fútbol.

Osea que para ellos soy soy un imbécil frustrado que inventa chismes sin saber de lo que hablo.

Ya estuvo suave de que los futbolistas se burlen de mi persona y de mi profesión.

Ellos tienen cuentas millonarias en el banco, unas aptitutes atléticas envidiables, una posición social incomparable, pero lo que no tienen es un poquito de cerebro, de materia gris.

La verdad, entiendo cuál es la raíz del problema.

La mayoría de estos señoritos del fútbol nacieron y crecieron en un ambiente en donde no existía el dinero ni la educación.

Es por esto que el coeficiente intelectual de la mayoría de ellos es menor a la cotización del peso frente al dólar.

Los pobres no saben hablar, no se saben expresar, no tienen cultura alguna, no tienen contacto con la realidad que los rodea, son, en pocas palabras, unos cabezas huecas con pies maravillosos

Lo peor de todo es que nadie se atreve a ponerles un alto.

En el caso de Jonathan Orozco, la Federación Mexicana de Fútbol debió haberle impuesto una multa ejemplar para que el resto de su compañeros de profesión aprendan a respetarme.

La directiva del Club Monterrey debió de haber supendido a su jugador por un par de juegos y también debió de haberle impuesto una sanción económica.

Pero no, ni la federación ni el equipo hicieron nada.

Si, por ejemplo, un jugador de la NFL enviara un mensaje en su twitter diciendo que está en un cuarto esperando a los imbéciles de los reporteros, la liga y el equipo le hubieran dado un castigo ejemplar.

Además, hubieran hecho que el jugador se disculpara públicamente por su acto.

Pero no, en México las cosas no funcionan así.

En México el futbolista y los entrenadores, salvo contadas exepciones, se creen Dios.

Ya es hora que los periodistas que cubren la fuente de fútbol mexicano se fajen los pantalones e inicien una revolución.

Que tal si mis colegas se pusieran de acuerdo y suscribieran el siguiente acuerdo: "No cubriremos, ni hablaremos, ni escribiremos una sola palabra de aquel equipo donde milite un jugador o entranador que nos insulte".

Por miedo e interes creados, esto está muy lejos de suceder y por lo mismo me temo mucho que mis colegas seguiran siendo lo que Jonathan Orozco escribió en su cuenta de Twitter.

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