Estados Unidos

A Romney no le interesan los hispanos

El candidato hijo de un mexicano ha dicho que las personas que entraron al país ilegalmente no deberían recibir favoritismo

Parece que es solo cuestión de tiempo el que Mitt Romney se convierta en el candidato republicano que enfrente al presidente Barack Obama en las elecciones de noviembre. Su candidatura lleva dos triunfos importantes al hilo en las elecciones primarias de su partido, y se espera que consolide su ventaja este sábado 21 con otra en Carolina del Sur.

Pero, ¿quién es Mitt Romney?

Romney es un empresario multimillonario que fue gobernador de Massachusetts, uno de los estados más liberales del país. Es mormón y bien portadito, con un corte de pelo impecable y una sonrisa hecha para un político de profesión. Ah, y también es hijo de un mexicano.

Su padre, que fue gobernador del estado de Michigan y un apasionado defensor del movimiento de los derechos civiles de Estados Unidos en la década de los sesenta, nació en México en una colonia de mormones en el estado de Chihuahua.

Y su padre no es el único que tiene raíces en México. Sus tatarabuelos se casaron y vivieron en México hasta que salieron del país escapando de las balas de la Revolución Mexicana de 1910. Hoy en día Romney aún tiene parientes en el norte de México en estas mismas colonias de mormones.

Uno supondría que con un pasado binacional tan arraigado como el de su familia, Romney sería un candidato que estaría del lado de los hispanos en un tema como la inmigración. Pero uno supondría mal. Romney, de hecho, es el más conservador de los candidatos en cuanto a qué hacer con los 11 millones de indocumentados que viven en el país y cómo abordar el perpetuo problema migratorio entre México y los Estados Unidos.

"Yo creo fervientemente que aquellas personas que entraron al país ilegalmente no deberían recibir favoritismo o un camino especial para convertirse en residentes permanentes o ciudadanos", dijo en Carolina del Sur este lunes durante un debate con los otros candidatos republicanos.

Romney incluso rechaza la amnistía para los jóvenes indocumentados que ingresaron al país cuando eran bebés y que no conocen otro país que Estados Unidos. Y recientemente aceptó el apoyo de Kris Cobach, el secretario de estado de Kansas y autor intelectual de las leyes antiinmigrantes que han estado aprobando varios estados en los últimos años.

Todo esto encaja bien con sus ambiciones políticas en las elecciones primarias del partido republicano, que suelen definirse bajo la influencia de la extrema derecha del partido. Sin embargo, esta estrategia podría costarle la presidencia cuando presenten sus argumentos al electorado en general.

Obama es presidente porque en 2008 obtuvo la mayoría del voto hispano en estados indecisos como Colorado, Nevada, Nuevo México y Florida. Romney, además de poner en duda un triunfo presidencial, también está dañando aún más la marca del partido republicano ante el grupo electoral de mayor crecimiento del país.

Algunos dicen que el daño que han hecho los políticos antiinmigrantes al partido republicano es irreparable. Pero no es así. En 2008 Obama recibió el 67 por ciento del voto hispano contra el 31 por ciento de John McCain en parte porque el último se pronunció fervientemente en contra de la amnistía. En 2004, John Kerry, el candidato demócrata a la presidencia, recibió el 53 por ciento del voto hispano en comparación con el 44 por ciento que se llevó George Bush. Bush hizo un gran esfuerzo por obtener el voto hispano y siempre fue consistente en su apoyo por una reforma migratoria. Cualquier republicano con una postura moderada en el tema de migración podría negarle la reelección a Obama, que no necesariamente está del lado bueno de los hispanos con sus promesas incumplidas y un número sin precedentes de deportaciones.

Romney, quizá más que sus contrincantes republicanos, debería entender más lo que significa la separación de familias. Finalmente su padre mexicano emigró a Estados Unidos escapando de las difíciles situaciones que se vivían en México. Sus ancestros en México abrieron escuelas de educación bilingüe a principios del siglo pasado. Romney, por su parte, hizo lo que pudo para eliminar la educación bilingüe en Massachusetts.

La campaña por la presidencia apenas está empezando. Pero hay una cosa que está clara: Romney sería un presidente que tiene poco que ofrecer a los hispanos.

Hiram Soto es columnista de Enlace, el semanario en español de San Diego Union Tribune. editorial@mienlace.com

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