Los vicios discretos

Columna Shaula Vega

Los vicios de la mente y del ego son discretos, progresivos y mortales.

Son difíciles de reconocer porque suelen justificarse a través de los "sentimientos" en el ser humano.

Por ejemplo, el sentimiento de aburrimiento que sentimos, aburrimiento con la vida que llevamos y las cosas que hacemos. Ok, comienza como eso, una realización de que lo que estamos haciendo ya no nos satisface. Eso debería ser suficiente para hacernos entonces tomar las medidas necesarias para cambiar esa situación que no nos place de manera pro activa, pero en cambio generalmente escogemos darle vueltas al asunto buscando una justificación de porque somos víctimas de esa situación y de cómo nos sentimos atrapados por la circunstancia.

Esta postura nos hace víctimas, esa energía es lo que debe definirse como "vicio".

La energía de víctima, la consciencia de víctima es un vicio del ser humano.

Estar en ese estado nos produce de hecho químicos, a los que nos volvemos adictos. Una rara adrenalina que nos hace lamentarnos por días y a veces meses o hasta años sin efectivamente hacer ningún cambio que nos saque de esa situación que llamamos no deseada.

En lugar de cambiarla de inmediato, lo platicamos, le damos vueltas y tratamos de conseguir la aprobación de cuanto ser humano nos quiera escuchar.

Esta acción nos consigue nuestro hit de los químicos que se desatan al ser aprobados o amados y apapachados.

El cuerpo y la mente son un parque de diversiones que tenemos que comenzar a explorar como tal con el propósito de no ser víctimas de cosas que no podemos dominar o controlar.

La objetividad es la llave de la paz interna.

Cuando uno logra relativizar las emociones y sus causas y entenderlas como algo ajeno a nosotros mismos, separar el observador de lo que ocurre en la mente del observado, entonces podemos comenzar a evolucionar hacia otra manera de funcionar.

Una manera más pacifica puesto a que ya no seremos presos y víctimas de esas emociones que nos hacen tomar decisiones atrabancadas que cambian nuestras vidas en direcciones que solo nos llevan más lejos de nuestra paz y nuestro centro.

La adicción emocional es peligrosa porque además se manifiesta a través de situaciones y emociones absolutamente justificables por nuestro ego.

¡Ojo! El ego nos va a querer engañar y hacer pensar que de verdad somos víctimas de las situaciones. Nos querrá convencer de que no tenemos el control de nuestra vida. Porque lo que el ego necesita es atención, y hará lo que sea para conseguirla.

Entre el ego y los químicos tenemos que estar muy presentes para no convertirnos en víctimas de los dos.

Hay que decirle a esos pensamientos compulsivos y negativos de auto-lastima, ¡no soy tu!, con convicción y tomar acciones pro activas que cambien cualquier situación en la que no seamos plenos y felices.

Tomar el toro por los cuernos. Decidir. Accionar. Fortalecer esas conexiones pro positivas que nos llevarán a tener de hecho el control de nuestra vida y emociones. Y que, al final, nos llevarán a la plenitud y a sentir júbilo constante. Mi maestro siempre me dice, "No cedas el control",

¡Claro! Cuando nos victimizamos ante una situación cedemos el control de nuestra energía y de nuestra vida a una situación o persona.

Ese ego desesperado nos atrapa y nos engaña. Nos convertimos en él o él en nosotros. Es muy hábil.

Créanme, a diario hay que estar alerta. Ese es el trabajo. El yoga espiritual. Difícil, tedioso, pero nunca imposible.

Así que hoy, obsérvate, respira, sepárate del ego y se proactivo.

Shaula Vega es bailarina y actriz, ha participado en varios proyectos de México y Estados Unidos, puede escribirle a shaula.vega@gmail.com. Conoce su blog aquí.

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