¿Para qué son nuestras economías, o para quiénes?

Column

El factor principal de este año electoral, desde Francia hasta México, incluyendo a Grecia y Estados Unidos, es la economía. Se trata de tiempos difíciles para cualquier país, esté en crisis o no.

Mientras que se discute si deberíamos de invertir más o gastar menos para escapar la recesión o el peligro de una (creo que ya saben mi postura, de invertir más), y que nosotros en México estamos a poco más de una semana de elegir un nuevo presidente, propongo hacernos la pregunta de la cabecera y realmente reflexionar.

El año pasado, durante los disturbios en Londres, donde miles de jóvenes salieron a las calles en protesta y vandalismo, el autor Peter Oborne de The Daily Telegraph reflexionó sobre el estado de la sociedad baja y alta, la cual cito directamente una parte:

Desde luego, creo yo que el crimen en nuestras calles no pueden ser desasociadas de la desintegración moral en los más altos niveles de la sociedad británica moderna. Las últimas dos décadas han visto un declive terrible de los estándares entre la élite gobernante británica. Se ha vuelto aceptable para nuestros políticos engañar y mentir. Una cultura casi universal de egoísmo y avaricia ha crecido.

Como ejemplo de esta crisis social, pone en evidencia el hecho de que multimillonarios han huido de Gran Bretaña con tal de no pagar impuestos, algo que hace unas décadas se hubiera provocado escándalo en contra de éstos señores, pero hoy en día provoca más indignación dirigida hacia el gobierno, por "asustar" a los inversionistas. Cada país para ver quien le permite más a millonarios retener su dinero y contribuir nada a la sociedad.

Aunque se vea como una falta de originalidad de mi parte, vuelvo ha citar a otro británico, Joel Kotkin, quien también escribió durante esos momentos tensos en Londres, recordando de que para muchos conservadores:

… la riqueza y pobreza aún reflejan niveles de virtud — y barreras sociales contra la movilidad ascendente, sólo un leve inhibidor. Pero la sociedad moderna no puede andar de acuerdo al credo individualista de Ayn Rand; los sistemas económicos, para que sean creíbles y socialmente sostenibles, deben dar resultado a la gran mayoría de los ciudadanos. Si el capitalismo no puede hacer eso, esperemos entonces más brotes de violencia y mayores niveles de enajenación política — no sólo en Gran Bretaña sino a través de la mayoría de los principales países del mundo, incluyendo los Estados Unidos.

La inequidad económica no es deseable sólo porque afecta el crecimiento económico de un país, como lo ha comprobado el FMI, sino también porque nos tenemos que preguntar; ¿Cómo es posible que estemos satisfechos con sólo una parte de nuestras ciudades siendo desarrolladas, y muchos de sus barrios atrapados en un subdesarrollo que dura generaciones, sin movilidad social?

Creo yo que gran parte de los avances que hemos logrado en derechos civiles, en la tolerancia a la diversidad entre individuos, en tecnologías de comunicación masiva y democratización de cultura desde el arte hasta el lenguaje, ha sido impulsado en gran parte gracias al capitalismo y su capacidad de generar riqueza a partir de la creatividad.

Pero, igual creo que nos olvidamos de la razón por la que en primer lugar nos motivamos para seguir creciendo y creyendo que valen la pena nuestro esfuerzo. Lo hacemos no sólo porque valoramos nuestro trabajo, pero porque debemos de acordarnos de que nunca estamos solos, de que siempre hay alguien a quien le debemos nuestro éxito, pues no cultivamos nuestra propia comida, no nos educamos solos (alguien escribe los libros y enciclopedias que leemos), no construimos nuestras propias carreteras, no apagamos nuestros incendios forestales solos, etc. En sociedad, logramos lo que un simple individuo, quizás sueñe, pero no puede.

Es un balance, creo yo.

Me acuerdo de éste estudio de hace dos años, y el cuál Richard Florida en The Atlantic utiliza para argumentar de que los países que tiene mayor tolerancia hacia la diversidad, mejores políticas para impulsar la creatividad y mayor diversidad laboral (que la gente pueda trabajar en lo que quiera), son los que resultan ser más prósperos y felices. La prosperidad es causa de una cultura de tolerancia, de cuidado al medio ambiente, de ayuda a los demás y de libertad de expresión, no al revés.

Con eso, creo que podemos deducir que políticas económicas que le apuestan a invertir en su gente e incentivan

la participación democrática (que requiere de tolerancia), más allá de simplemente producir y acumular riqueza, es por la que debemos de apostar.

mjsanchezluis@gmail.com

http://sonofsancho.wordpress.com/

José Luis Sánchez Macias es licenciado de Comunicación por la Universidad Autónoma de Baja California. Ha formado parte del equipo de iDigital Creative Studio en la ciudad de Tijuana, como Analista de Mercadotecnia y redactor de producciones, así como colaborador en la producción del primer canal público de televisión de la ciudad, el canal tvTijuana, destacando su conducción del programa CocinArte, así como asistente de producción general.

Actualmente labora como Colaborador de Redacción y Traductor de la Revista Bilingüe Empresarial Business Conexión de Tijuana.

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