"…antes de que los últimos ecos del carillón se hubieran hundido en el silencio, muchos de los concurrentes tuvieron tiempo para advertir la presencia de una figura enmascarada"

Edgar A. Poe, La máscara de la muerte roja

Hace relativamente poco me vi envuelta en un pleito que no es mío, cuyos orígenes desconozco, y entre dos personas que conozco apenas hace unos 10 meses. ¿La razón? Una broma que se me ocurrió publicar en una comunidad de Facebook; a ésta le siguió una inesperada reprimenda vía mensaje privado, en la que se me acusó de no conectar mi boca con mi cerebro, se me amenazó con empezar a borrar y/o censurar mis publicaciones dentro del grupo, y quedé cordialmente invitada a no meterme en lo que no me importa.

No le presté importancia al asunto, a pesar de que el sujeto en cuestión tiene más de 60 años (lo cual, por lo visto, no es sinónimo de madurez) y es docente universitario (que tampoco garantiza nada); sin embargo, a este episodio siguieron otros similares, en los cuales comencé a detectar un patrón de conducta muy común en nuestros tiempos: todos los días, el sujeto y yo nos encontramos y el saludo es cordial y efusivo hasta la incomodidad, pero ay de mí si algún aspecto de mi conducta no era de su agrado, porque de nuevo empezaban los regaños, siempre en mensajes privados. Luego me enteré de que yo no era la única que era reprendida por el santo varón, pero el común denominador era que las regañadas siempre eran en privado.

Esto me puso a reflexionar acerca de lo que afirmaba cierto teórico de la Comunicación: que los seres humanos interpretamos papeles ("roles" que le dicen) dependiendo del escenario en el que nos encontremos, y los espectadores que nos rodeen. Así, nos comportamos de cierta forma según estemos en la casa, el trabajo, el club social, la escuela, etc. Pero otro teórico afirmaba que la comunicación virtual nos permitía usar una máscara para presentarnos ante los otros, así que se me ocurre que hay casos en los que sucede lo contrario: usamos la máscara en la vida real, y en el mundo virtual mostramos nuestro verdadero ser.

Ya sé que habrá quien diga que el anonimato que nos brinda la pantalla (de la compu, laptop, tablet o smartphone, elija usted) nos invita a decir cosas que jamás haríamos en la realidad, y a construirnos como quisiéramos ser, o por lo menos como quisiéramos que el otro nos perciba pero ¿no da más miedo pensar que hay quienes aprovechan la protección y comodidad de ese mismo "anonimato" para mostrarse como en realidad son, y que la verdadera máscara la llevan en público?

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Alejandra García Méndez es comunicóloga con estudios de maestría en ciencias de la comunicación y actualmente funge como gerente de Fusión 102.5 FM, estación del Instituto Mexicano de la Radio en Tijuana.

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