TIJUANA Un grupo de clowns cambia el movimiento cotidiano del hospital público número uno del IMSS, ubicado en la Tercera Etapa del Río Tijuana, al menos un sábado y domingo por mes, cuando visitan a pacientes con la convicción de que las sonrisas también los pueden aliviar.
Llegan cantando desde la calle con batas blancas de médicos y narices rojas hasta el piso de pediatría o de adultos que convalecen. Saludan entusiastas a todos a su paso: familiares de enfermos, personal médico, pacientes y curiosos que pasan por el lugar.
Ellos se autodefinen como transformadores sociales, clowns que sólo buscan un bienestar emocional, inspirados en Doherty Hunter Patch Adams, el médico estadounidense inventor de la risoterapia con fines médicos que dio lugar a la película Patch Adams (1998), protagonizada por Robin Williams.
Son una combinación de mimos y payasos, pero a diferencia de éstos no llevan la cara pintada.
"No nos maquillamos para no esconder la parte humana. El clown es una manera de mostrar nuestro lado humano hacia otras personas, llevar alegría, bienestar y, sobre todo, armonía a la comunidad", dijo Patricia Salcedo, fundadora y directora de Vivir Sonriendo.
Ella explicó que este grupo civil, que en abril próximo cumplirá dos años, ha preparado a 200 personas como clowns comunitarios. Algunos han usado esta capacitación para su desarrollo personal, sin embargo, otros se unieron a Vivir Sonriendo y "donan su tiempo" como voluntarios.
De esa forma, además del nosocomio del IMSS, entre doce y veinte clowns asisten una vez al mes al asilo de ancianos San Vicente de Paul, ubicado en el fraccionamiento La Sierra, al sur de la ciudad, y al hospital para niños con cáncer de la Fundación Castro Limón, en la Tercera Etapa del Río Tijuana.
"Nos interesa ir con grupos vulnerables, pero también tratar de cambiar a otras personas con una sonrisa, sacarlos de su aislamiento, de su prisa, de su ritmo cotidiano de vida", dijo Alba Martínez, una de las voluntarias y cuyo personaje clown se hace llamar Xelhá.
Martínez trabaja como orientadora en la preparatoria pública Cobach Siglo XXI. Ella explicó que la experiencia como clown ha sido muy enriquecedora para su vida personal y profesional. El arrancarle una sonrisa a alguien que no esperaba que lo divirtieran ha cambiado su vida.
Rafael Morales, quien es instructor de Vivir Sonriendo y cuyo personaje clown se llama Fosforito, dijo que a menudo llegan a salas donde hay niños enfermos de cáncer, accidentados o quemados, o bien con personas adultas enfermas, o que perdieron durante un accidente sus casas, o ya nadie los visita.
"Son situaciones muy difíciles, pero lo que pensamos nosotros es en quitarles el dolor", dijo.
Morales agregó que las dinámicas de los clowns siempre son distintas, porque interactúan mucho con los pacientes y dependen siempre de las condiciones que éstos están viviendo.
"A veces, por más que quieras que sonría un paciente no lo hace y ahí ya no insistimos. Pero la mayoría de las veces los pacientes no esperan algo así y de inmediato sonríen, sienten que les hicimos el día", dijo Emmanuel Gutiérrez, el clown más joven del grupo de apenas 13 años y cuyo personaje, Titino, es un bailarín de break dance.
De acuerdo al director del área de pediatría del Hospital General, César Romano Montalvo, siempre es importante para el ser humano el apoyo psicológico, pero lo es más durante una situación crítica donde no solo está sufriendo un niño por una enfermedad o una fractura, sino también la familia.
"Les levanta mucho el ánimo cualquier cosa que no sea estar pensando en su patología de fondo", dijo Montalvo. Para los pacientes es reconfortante y les transmiten energía.
De acuerdo con los especialistas, la risoterapia es una técnica de grupo que usa juegos y conductas alegres para cambiar la forma de percibir las situaciones de la vida, verlas desde una perspectiva más alegre y optimista.
Para Ilihan Guerrero, una profesora de primaria, y Mariel Pacheco, una nutrióloga, todos tenemos un clown guardado en el interior.
Ellas son voluntarias en Vivir Sonriendo y se presentan en los hospitales y asilos como Astrid Tri-Tri y Marieluka, expertas en la poesía y el canto operístico, respectivamente.
Explicaron con convicción que encontraron su clown explorando en su interior sus fortalezas y debilidades, aunque ya tenían conciencia de cómo la risa puede cambiar a una persona.
Luego de sus funciones en los hospitales y asilos, este grupo de clowns se reúne cada semana para retroalimentar la actividad que tuvieron y planear la siguiente.
El instructor de clowns comunitarios, Morales, agregó que la dinámica no termina en el lugar donde fueron pues cada uno de los participantes siempre se llevan un nuevo aprendizaje a casa y eso es un cuento de nunca acabar.
Para conocer más puedes visitar la página en Facebook Vivir Sonriendo Tijuana, escribir a vivirsonriendo2010@hotmail.com o llamar al (011.52) (664) 236.67.40, radio 152*189110*1. El próximo curso para clowns comienza el 17 de marzo en el Museo del Trompo, tendrá un costo de 650 pesos (52 dólares).