TIJUANA.- Luis Alberto, de 14, es rubio, cuerpo delgado y mirada penetrante. Parece imitar a un rapero con su pelo rapado y el continuo movimiento de sus manos que acompañan a sus palabras, aunque bien puede pasar por un adolescente que dura horas en los videojuegos o escuchando música en su MP3.
Desde hace tres meses está internado en el Centro de Integración y Recuperación para Adictos, un albergue al oeste de la ciudad que atiende a 500 drogadictos, el 20 por ciento menores de 17 años.
Luis Alberto, identificado sin sus apellidos por su condición de menor de edad, dijo que es adicto a las metanfetaminas, una droga que él llama "criloco", que además de consumir vendía y distribuía al este de la ciudad desde hacía dos años.
"Me trajeron aquí porque vendía el 'críloco'. Ganaba por paquete entre 150 y 200 pesos. Entre mis amigos y yo vendíamos unos 40 paquetes al día. Mi patrón le sacaba a cada paquete mil 100 pesos y todo lo que sobraba era para nosotros. A veces sobraban tres o cuatro paquetes y nos los repartíamos. En poco rato sacaba entre 300 y 400 pesos. Lo gastaba en comprar poca comida y más droga", dijo.
Su historia es apenas un capítulo más de una extensa cadena que une al comercio de drogas y adolescentes utilizados en los últimos años por los cárteles de la droga como "mulas" o distribuidores de narcóticos.
"Los menores de edad son mano de obra barata y desechable para el crimen organizado en un ambiente en donde no hay muchas oportunidades de empleo y recreación para ellos, donde además el negocio de la distribución y consumo de droga ha crecido aceleradamente", dijo Víctor Clark.
El antropólogo social, especialista en el tema del narcotráfico en esta frontera, señaló que es un fenómeno reciente el que más jóvenes estén siendo utilizados como "mulas", ya sea para cruzar droga a Estados Unidos o bien para llevarla de un lado a otro dentro de la ciudad.
Usualmente los cárteles de la droga usaban a los adolescentes como "banderas", una especie de espías callejeros que advertían de operativos militares o policiacos por las zonas; hasta ahora no habían sido piezas centrales en el narcomenudeo, dijo Clark.
Las autoridades también han advertido este fenómeno. Aunque no hay estadística del número de adolescentes arrestados por traer consigo estupefacientes, porque la legislación vigente no permite llevar expedientes delincuenciales a menores de edad, la percepción de la policía es que en los últimos dos años se ha incrementado.
En uno de los últimos casos, el pasado 9 de enero, la Policía Estatal Preventiva reportó que detuvo en la zona norte de la ciudad a José Javier N, de 17 años, cuando éste llevaba consigo 241 envoltorios de aluminio, conocidos como "latas", que contenían mariguana.
Según la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, actualmente diez de los 270 adolescentes encerrados en el Consejo Tutelar de Tijuana, una prisión para menores de edad, están por haber sido utilizados como "mulas" por células delictivas, algo inusual en la dependencia.
La Procuraduría General de Justicia del Estado tiene mucha evidencia de que las mafias están reclutando a jóvenes y adolescentes para robos de automóviles y transportar droga.
El fiscal del estado, Rommel Moreno, ha dicho en diversos foros públicos que los cárteles de la droga se están aprovechando que los menores de 18 años son imputables en México.
La Legislación en Baja California tiene leyes especiales para adolescentes considerados así entre los 12 y los 17 años que establecen penas máximas de siete años, aún cuando el menor de edad haya asesinado o cometido diversos crímenes y sea reincidente.