El lunes 30 de abril tuve la oportunidad -y buen tino- de ir a la apertura de Ocho Mella, un restaurante en la calle 11 del centro de Tijuana. El lugar ya había abierto el año pasado -2011-, aunque en este abril reabre sus puertas tras renovar su concepto. La primera impresión fue bastante grata. Los colores del lugar lo vuelve acogedor, con un diseño simple pero atractivo. A eso se le añaden pequeños detalles de buen gusto en la decoración, ya sea por unos saleros en forma de pajarito o una ardilla con su avellana que aparece en lugares inesperados.
Aunque el menú en sí es bastante sugestivo, no tenía la menor idea qué pedir. Me aconsejaron las brochetas aunque antes tuvieron la delicadeza de hacerme llegar una mini-hamburguesa, la misma receta para la hamburguesa grande que venden, solo que esta fue una cortesía de la casa. No que me esperara poco ni mucho menos, pero la hamburguesa estaba realmente deliciosa. Aparte que el tamaño la hizo una entrée ideal.
Mientras esperaba mi comida me recibieron con uno de los atractivos más importantes del lugar: un pequeño cerdito de cerámica que no solo tiene la gracia de ser bastante simpático sino que es una bocina en tu mesa para que conectes tu iPod. Es un plus bastante más funcional de lo que uno se podría imaginar en un principio pues el volumen es lo suficientemente bajo como para no molestar -o ser molestado- a los demás comensales.
Luego llegaron las brochetas de arrachera y camarón, servidas sobre una cama de arroz y gratinadas con queso blanco. Carne, queso, camarón ¿qué puede salir mal? Es una apuesta que rara vez falla y hoy no fue la excepción. Cabe resaltar que la cocción de la carne estuvo bien vigilada, algo que no siempre sucede con el éxito que debiera en una brocheta.
En las próximas semanas Ocho Mella comenzará a servir tapas durante la noche. Me dicen los dueños que la idea es ofrecer cervezas artesanales de la región (cuyo precio sería, evidentemente, un poco más elevado que la cerveza convencional, pero así compensaría los asombrosamente competitivos precios de los alimentos) así como vino, lo que sin duda le agregará una dimensión más que bienvenida a una nueva oferta que promete. Es evidente el entusiasmo de los propietarios y los que trabajan en Ocho Mella, se nota en su atención así como en los platillos que se degustan, así como en las primeras impresiones al entrar al lugar, donde no es difícil percatarse del esmero y dedicación puesta en un nuevo proyecto. Sin duda que con el tiempo se verá reflejado en su consolidación como una salida predilecta de los tijuanenses. Como en el resto de cosas de la vida, no me tienen que creer: vayan y conozcan.
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