Tijuana.- "En nombre sea de Dios y que alcance para todos", dijo Bernardo Manjarrez momentos antes de servir sus tamales, arroz y frijoles a más de 300 personas necesitadas el pasado 15 de marzo a un costado de la catedral.
Hace cuatro meses el residente de San Ysidro le pidió a Dios que se lo llevara, ya no quería vivir, sentía que su enfermedad de los riñones y del corazón le había robado toda razón para seguir aquí.
Manjarrez, de 58 años, pasaba sus días en casa lidiando con la enfermedad, sin energía y solo acudeindo a sus citas de diálisis.
"Ya no servía para nada, le dije yo a Dios, 'ya recógeme o mándame una señal que me haga entender que sí sirvo para algo'", dijo Manjarrez.
Para su sorpresa, al día siguiente despertó con gran energía. "Me levanté con unas ganas de cocinar y decidí irme a Tijuana a darle de comer a las personas que han sido deportadas", cuenta Manjarrez.
Ese día llevo treinta tacos de papa con chorizo y otros cuántos de frijol con chorizo.
Cuatro meses después la clientela ha crecido y Manjarrez ahora se encuentra en aprietos, pues más de 200 personas -la mayoría de ellos deportados- se reúnen para recibir alimentos cada vez que el voluntario llega.
"Me digo a mí mismo, 'en que broncón me metí", comentó. "Pero le voy a seguir hasta que aguante".
Debido a su enfermedad Manjarrez recibe Seguro Social, de ahí aparta cierta cantidad para financiar la comida, su esposa lo apoya cocinando.
Y aunque algunas personas le han ayudado con tortillas, chiles rojos, carne y verduras el costo de darle de comer a cientos de personas tres veces por semana es mucho, asegura.
"Pero como dije antes, no me daré por vencido. Les tengo gran cariño a estas personas que han sufrido demasiado estando solos, muchos sin sus familias", apuntó. "Unos hasta me dicen papá, 'ahí viene papá' se empiezan a decir entre ellos cuando me ven llegando con la comida".
Los beneficiados saben lo que batalla Manjarrez para cocinar la comida y transportarla a Tijuana, ellos están muy agradecidos y tratan de ayudarle a servir.
"Estoy muy agradecido por los esfuerzos del señor Bernardo, sabemos de su enfermedad y pues nuestro único deseo es que le siga echando ganas", dijo Francisco López, quien fue deportado hace seis meses después de vivir en Los Ángeles por cinco años.
"El está quedando bien con Dios, ayudar al prójimo es muy humano", agregó López, quien señaló que la vida en Tijuana ha sido muy difícil y hay días en que no sabe de dónde vendrá su siguiente comida.
Los trabajos que hay en la construcción y pintando son pocos y muy mal pagados, dijo López. Aunque no confirmó si pronto cruzaría para reunirse con su esposa y sus dos hijos pequeños, aseguró que su único deseo es estar con ellos.
Luz Salas, quien fue deportada de Riverside en mayo pasado, también cuenta que debido al poco trabajo ha pasado hambre, en alguna ocasión duró dos días sin comer.
"Es una gran bendición el señor Bernardo, que Dios le bendiga y que nos dure más tiempo", comentó Salas.
En Riverside, donde residió por 22 años y dejó a tres hijos adultos, Salas vivía bien. Ella tenía su licencia para cuidar a niños y adultos discapacitados y tenía su casa.
"Me iba muy bien, me pagaban cada quincena", dijo Salas.
La buena obra de Manjarrez recientemente llegó a los oídos de un grupo sin fines de lucro llamado Defensores de los Derechos Humanos de Tijuana y ellos han prometido apoyarlo.
Además lo incluirán en sus juntas para escuchar sus ideas sobre cómo ayudar a la comunidad deportada.
"Me da gusto ver la labor social que está llevando a cabo Bernardo", dijo Félix Millán Torresillas, un delegado regional para las oficinas los Defensores de los Derechos Humanos.
"Así malito como anda él viene y les da algo de alegría", agregó Torresillas.
La meta de Manajarrez es permanecer independiente, no desea unirse a ningún otro esfuerzo, pero sí acepta cualquier ayuda particular o de agencias para continuar proveyendo a los deportados.
"Quiero sentirme útil, al unirme a otros puede que pierda control y eso me haría sentir menos".
Esta historia fue publicada originalmente en Enlace, el semanario en español de San Diego Union Tribune. editorial@mienlace.com