Chicago, 15 sep (EFE).- De niño, el hoy congresista por Illinois Luis Vicente Gutiérrez era considerado "demasiado americano para ser puertorriqueño" y sufrió en carne propia la discriminación y el rechazo por ser considerado un inmigrante en su propia tierra.
Lo mismo ocurrió con sus padres cuando llegaron de Puerto a Rico a Chicago y en esta ciudad tuvieron que "sudar la gota gorda" en trabajos que nadie quería y sin que nadie defendiera sus derechos.
Tal vez ahí surgió la rebeldía que habría de convertir al pequeño "Louis" en el Luis de hoy, un congresista en su décimo mandato en representación del Distrito 4 de Illinois, y apodado "El Gallito" por su discurso encendido y destreza política.
A los 59 años de edad, Gutiérrez ha servido en la Cámara de Representantes en Washington desde 1993, cuando fue elegido como el primer latino del medio oeste en el Congreso.
En la cámara ha integrado los comités de servicios financieros, de inteligencia y de asuntos para los veteranos de las guerras, pero ha sido su trabajo a favor de los inmigrantes el que lo convirtió en líder nacional de la causa por la reforma migratoria.
"Mucha gente ve una contradicción entre mi énfasis por los inmigrantes y mi 'puertorriqueñidad'", dijo Gutiérrez en una entrevista con Efe.
"Pero es precisamente por sentirme puertorriqueño, y entender lo que es vivir como latino en Estados Unidos, que puedo comprender las necesidades de los inmigrantes y solidarizarme con ellos", agregó.
Gutiérrez realizó recientemente en Chicago una reunión informativa sobre las nuevas reglas de deportaciones del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), a la que asistieron cientos de personas, en su mayoría familias de origen mexicano.
"Veo a toda esta gente reunida y sueño que algún día estarán haciendo fila, pero para recibir la tarjeta verde (de residente)", dijo.
"Todos tenemos anhelos y sueños un poco exagerados, y el mío es recibir a esta gente para darle la 'mica" que es la medicina que necesitan, para lograr la legalidad y que no se les explote más", afirmó.
Gutiérrez nació en Chicago y se crió en el barrio Lincoln Park, que entonces era una comunidad de trabajadores inmigrantes.
Su madre trabajó en una fábrica y su padre manejó un taxímetro, "sudando la gota gorda para darme un porvenir", dijo.
Cuando el pequeño Luis terminó el primer año en la secundaria St. Michael, sus padres decidieron regresar a su pueblo natal en San Sebastián, Puerto Rico.
"Mis padres me decían que regresábamos a 'nuestra tierra', e imaginé que también era la mía, pero al llegar me recibieron como gringo y me maltrataron", recuerda.
"En Lincoln Park me llamaban 'spic', y en Puerto Rico yo era gringo o americanito, no hablaba español, pasé a ser 'Louis" y ni siquiera sabía pronunciar mi apellido. Sentí en carne propia la burla y el menosprecio que me hicieron sentir solo y aislado", agregó.
Esa experiencia lo marcó, sobre todo, al reconocer que era el sufrimiento enfrentado por todos aquellos que dejan su tierra en busca de un futuro mejor, incluyendo sus padres que "aun siendo ciudadanos con pasaporte sufrieron prejuicios".
"Es por eso que no puedo ver un abuso y quedarme callado, tengo que hablar y denunciar, es parte de mi naturaleza", dijo.
Luis regresó a Chicago en 1974 para inscribirse en la Universidad del Noroeste de Illinois, donde se involucró en el activismo estudiantil y en temas de justicia social.
Escribió en la publicación estudiantil "Que ondee sola" y fue presidente de la Unión de Estudiantes Puertorriqueños.
En 1977, recién graduado regresó a la isla para casarse con su novia Soraida y al año siguiente estaba nuevamente en Chicago buscando trabajo.
Fue taxista de tiempo completo, como su padre, trabajó como maestro de escuela pública y en el Departamento de Servicios a la Niñez y Familias del estado de Illinois.
Ingresó en la política en 1983, trabajó como asistente del primer alcalde afroamericano de Chicago, Harold Washington, y en 1986 fue elegido concejal por el Distrito 26.
Gutiérrez es miembro del Partido Demócrata, integra el grupo de progresistas del Congreso y además de los temas relacionados con los inmigrantes es conocida su militancia en asuntos puertorriqueños como el movimiento por la independencia, la lucha contra las pruebas militares en Vieques o denuncias de abusos policiales en la isla.
El uso de la desobediencia civil en Vieques lo llevó a la cárcel dos veces y hasta fue sentenciado a seis meses de probatoria.
"Para mí es muy importante que se respete a esa isla tan bella y a la que quiero tanto como para que algún día descansen allí mis restos", dijo.
Aunque no reniega de Chicago, su ciudad natal donde vive con su esposa, dos hijas y un nieto llamado Luisito, no pierde oportunidad de expresar que "he sido puertorriqueño desde la concepción en el vientre de mi madre".
Gutiérrez cita al poeta nacional puertorriqueño Juan Antonio Corretjer para reafirmar su sentimiento: "soy Boricua, aunque naciera en la luna".