Pero ¿cuál es el origen de esta festividad?
La historia se remonta al 11 de noviembre de 1621 cuando los colonos peregrinos ingleses de Plymouth organizaron un festival de la cosecha en el que compartieron una comida con los indios nativos Wampanoag, que ocuparon parte de lo que hoy son los estados de Rhode Island y Massachusetts.
El motivo del festejo fue porque el primer invierno resultó duro para los colonos, pero el siguiente otoño obtuvieron muy buena cosecha, por lo que decidieron celebrarlo con una cena a la que invitaron a los indios que les habían ayudado a sobrevivir durante el periodo de austeridad.
Los ingleses usaban el término “pavo” para referirse a cualquier ave silvestre, por lo que se desconoce si en aquel entonces eso fue lo que sirvieron a la mesa.
Comúnmente en estas fechas se sirve pie de calabaza, pero como en aquella cena las reservas de harina ya se habían usado, es poco probable que hubiera pasteles de alguna clase. Tampoco hubo papas cocidas, pues el tubérculo apenas había sido descubierto y muchos aún creían que era venenosa. Las papas, la sidra y la mantequilla brillaron por su ausencia.
Se cree que la cena original de “Thanksgiving” incluyó pescado, langostas, pato, venado, bayas silvestres, frutas secas, almejas berros y maíz.
La festividad fue oficialmente proclamada por el presidente Lincoln en 1863 para ser celebrado el último jueves de noviembre, aunque luego, en 1941, el Congreso de Estados Unidos lo cambió para que fuera cuarto jueves de ese mes.
“Thanksgiving” representa la gratitud por las bendiciones, la unión familiar de aquellos que están lejos la mayor parte del año y la oportunidad de ser amables y solidarios con otras personas.
Dada nuestra cercanía con la frontera estadounidense, muchos latinos hemos adoptado la celebración con alegría para participar en las costumbres, elaborar los platillos tan característicos de la ocasión e incluso disfrutar los clásicos partidos de futbol americano.
