En el sentido absoluto es otro caso, Estados Unidos gasta en promedio $2,390 dólares anuales en comida para la casa. Países como Nigeria ($1,343 dólares) y Rusia ($1,935 dólares) gastan menos por este lado, pero el porcentaje que requiere de sus ingresos es mucho mayor (56.6% y 29.4% respectivamente).

Estas son algunas de las observaciones que pueden señalarse a partir de estas cifras:
Los países ricos tienen la comodidad de poder gastar más en lo recreativo
Los habitantes de naciones con un nivel de vida más alto tienen posibilidades mayores de desembolsar su sueldo en entretenimiento y alcohol. El desarrollo de un país también cambia estos hábitos como el caso de los surcoreanos, quienes en 1975 destinaban una tercera parte de su presupuesto a alimentos y hoy en día es únicamente el 13 por ciento.
Los europeos gastan más en comida casera que los norteamericanos
El hogar francés invierta $3,241 dólares a la comida casera y los noruegos alcanzan la cifra de $4,454 dólares. Esto puede ligarse a las diferencias en cuanto a políticas fiscales y costo de salidas, pero esencialmente es cuestión de precio general y lo que nos lleva al siguiente punto
Es más barato comer mal en la primera potencia mundial
La raíz de este factor es sistémica y se fundamenta sobre todo en los subsidios al sector ganadero y los procesos industriales por los que atraviesa la comida. Estos incentivos han reducido el precio de estos productos, pero la calidad nutricional de estos alimentos también ha sido afectada. El precio de la carne, pollo, dulces, grasas y aceites ha bajado, pero el de los productos agrícolas frescos ha aumentado. Como se puede apreciar en la siguiente tabla, la concentración de calorías en la dieta del estadounidense promedio se enfoca en los alimentos beneficiados por los avances industriales:

Vía Vox
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