TIJUANA – El testimonio de un criminal confeso, que operó para el cártel Arellano Félix y después para el de Sinaloa, revela detalles desconocidos hasta ahora de la cruda batalla que horrorizó a esta comunidad entre los años 2008 y 2010.
También es un vistazo a la crueldad humana y lo que significó esta macabra labor que dio paso a una nueva era del crimen organizado en la región fronteriza.
Santiago Meza, "El Pozolero", testificó en la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (Siedo) que deshizo en sosa caústica a decenas de personas en cinco sitios y que además tiró restos humanos en arroyos y drenajes de la ciudad de 1996 a 2009, este último dato no conocido previamente.
Una copia de esa declaración confidencial fue entregada en septiembre a Fernando Ocegueda, presidente de una asociación de familias de desaparecidos en Baja California, quien dijo que se la hicieron llegar de forma anónima para que pudiera encontrar algún indicio de su hijo, secuestrado en 2007, y de otras víctimas. Ocegueda, a su vez, lo compartió con SanDiegoRed.com.
En el documento, "El Pozolero" revela cinco lugares donde operó, además de otros sitios donde tiraba restos humanos. Pese a que la declaración fue rendida el 25 de enero de 2009, hasta ahora las autoridades han explorado cuatros de esos predios y uno más en terrenos aledaños a la Presa Abelardo L. Rodríguez. En dos lugares encontraron huesos, dientes, anillos y materia orgánica de seres humanos.
Las autoridades dicen que las investigaciones toman tiempo porque hay que excavar grandes extensiones de terreno y no se cuenta con tecnología avanzada.
La última búsqueda la emprendió este lunes un escuadrón especial de la Siedo en un cerro de Valle Redondo, al este de la ciudad, cerca de un lugar donde Meza trabajó, labor que planean concluir este jueves.
Meza, 45, fue arrestado el 23 de enero del 2009 en un cateo a una casa de seguridad del crimen organizado cerca de Ensenada. Según su confesión dos días después, Meza dijo que deshizo unos 300 cuerpos humanos en sosa cáustica. Pero en su declaración ante la Siedo no precisa esa cantidad. De sus relatos se desprende que hubo por lo menos 151 víctimas de 1996 a 2009 sólo en Tijuana.
Meza aseguró que nunca conoció la identidad de los cuerpos que le llevaron.
"Siempre que se trabajaba con los cuerpos humanos no les veíamos a la cara, ya que todos los cuerpos humanos traían una máscara de cinta adhesiva de plástico de color gris y cuando los metíamos a la olla o a los tambos con sosa caústica en agua, sólo le cortábamos la cinta por la parte de la nuca sin quitársela totalmente", declaró Meza.
Un investigador forense de la Siedo toma fotografías de un sitio cerca de la presa Abelardo L. Rodríguez en diciembre de 2010, donde Santiago Meza se deshizo de restos humanos.
"No sé quiénes eran, ni a qué se dedicaban (las víctimas)", agregó durante el interrogatorio en la Siedo, casi al final del expediente, "recuerdo que de todos los cuerpos que me tocaron pozolear (hubo) tres mujeres, tampoco me tocaron personas uniformadas".
Los crímenes de Meza se dieron a conocer tras su detención en enero de 2009, justo cuando la violencia arreciaba en las calles de Tijuana.
La PGJE reportó entre 2008 y 2009 un total de 1 mil 507 asesinatos, más de cien secuestros, tiroteos en lugares públicos, y decenas de desaparecidos.
La disputa por el control del trasiego y venta de droga de dos grupos criminales y su enfrentamiento con corporaciones militares y policíacas, estas últimas infiltradas por el crimen organizado (sólo la policía municipal despidió a más de 600 agentes), impuso actos de sadismo insospechados: colgados, decapitados y mutilados que aparecían en vías públicas.
La violencia de alto impacto disminuyó en la ciudad a raíz de las detenciones de capos y líderes de células criminales, las depuraciones de las policías estatal y municipal y, sobre todo, tras los múltiples operativos del Ejército mexicano que resultaron en importantes decomisos de arsenales y droga.
Sin embargo, las muertes violentas continuaron. La Procuraduría General de Justicia de Baja California (PGJE)
reportó en 2010 un total de 820 homicidios y hasta noviembre de este año registraban 450 asesinatos, el 80 por ciento relacionados al narcomenudeo.
Si bien existe la percepción de que la violencia ha bajado en esta ciudad, también es cierto que hay personas que todavía padecen la tragedia de los peores años que vivió la ciudad.
Según dos asociaciones civiles integradas por familiares de las víctimas, ambas con sede en Tijuana, en el estado tienen registrado 488 personas desaparecidas, pero estiman que existen decenas de casos más que no han sido denunciados públicamente porque las familias no se atreven por temor a represalias.
Menos de una cuarta parte, sin embargo, han levantado denuncias ante las autoridades porque desconfían de ellas o bien están amenazadas, aseguran los titulares de los organismos.
El fiscal especial de personas desaparecidas de la PGJE, Miguel Ángel Guerrero, dijo que sólo tienen registrados 96 averiguaciones previas de personas "extraviadas o ausentes", 70 de ellas en Tijuana y 26 en Mexicali. Los casos van de 1995 al 2011, pero el 80 por ciento corresponden a desapariciones que sucedieron de 2007 a 2010.
Guerrero dijo que el 90 por ciento de las investigaciones de los desaparecidos están ligados al crimen organizado y al menos 15 de los asuntos de Tijuana están directamente relacionados con "El Pozolero".
Santiago Meza se encuentra actualmente en una prisión federal en el estado de Nayarit acusado de delincuencia organizada, encubrimiento de crímenes y posesión de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército.
Bodega en la región de Valle Bonito en la que investigadores forenses realizaron una búsqueda el 4 de abril de 2011 de una posible tumba clandestina utilizada por Santiago Meza.