Romero Figuero asegura que existe poca información sobre los venenos de este animal, también sobre los antídotos disponibles. Los únicos que existen son desarrollados en el centro y occidente del país, pero sobre las especies de esas zonas.
El proceso como se realiza, es a través de una composición de los venenos de las víboras de cascabel que se inocula a un grupo de ratones en diferentes dosis y de esta forma observar la respuesta fisiológica que tienen.
Mediante este proceso se miden y evalúan las zonas más afectadas en el organismo, dando como resultado una descripción biológica con la que se pueda trabajar en el antiveneno.
“Lo que buscamos es salvar vidas”, mencionó el doctor Romero Figueroa.

Este antídoto hará más específico todo, logrando así detener con más eficacia el daño generado por el veneno en una mordedura.
A su vez, se está trabajando en colaboración con el investigador de la Facultad de Ciencias, el doctor Everardo Gutiérrez López, especialista en computación, quien se encuentra desarrollando una aplicación para dispositivos móviles que proporcione información necesaria para actuar en caso de mordeduras de víboras.
editorial@sandiegored.com